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Extracción

-¿El hombre es bueno o malo por naturaleza?- No lo sé, son de las interrogantes que permanecen abiertas, sin embargo, estoy cierto que en el intento de justificar el bien se desdibujan los contornos con el mal: cuánto mal se hace en nombre del bien (…).  Cuanto mal se hace todos los días (y todas las noches) en El Estor, un municipio de 15 mil habitantes al oriente guatemalteco.

Desde 2012 la empresa Soloway, multinacional rusa con sede en Suiza, puso en marcha, las 24 horas los 365 días del año la extracción masiva de níquel, mismo que se utiliza para revestir piezas de automóvil o utensilios de cocina. Los 2.6 millones de toneladas que se extraen al año han despedazado cerros y contaminado el lago Izabal, la principal fuente de agua y pesca para el precario pueblo.

Los derrames han alterado el contenido de sales de nitrato en el agua siendo 54 veces superior al considerado seguro; asimismo se ha alterado la vida vegetal propiciando el crecimiento de alga que impide la pesca. Los efectos en la salud de la comunidad son devastadores. Día con día Dominga Chub, promotora de salud en la comunidad, atiende habitantes con manchas en la piel, conjuntivitis o diarrea por beber agua.

Cabe añadir que quienes se han atrevido a denunciar el caso se convierten en víctimas del Estado, son perseguidos e incluso encarcelados. Tal es el caso de Carlos Choc, periodista local que debido a la publicación del caso en su portal Prensa Comunitaria fue detenido y se inició un proceso judicial en su contra, el cual lo obliga a firmar cada 30 días en un juzgado a dos horas de su casa.

Paradójicamente el robo está legitimado, se justifica por los 3 mil empleos mal remunerados que genera Soloway en la región y el “crecimiento” económico de Guatemala en los últimos años gracias a la minería. No obstante, el crecimiento no parece reflejarse en la sociedad. De acuerdo con el International Food Policy Research Institute en su reciente Índice Global del Hambre Guatemala se ubica en la posición más delicada de América Latina junto con Haití. 

Aún más preocupante es la postura de la comunidad, el pueblo está dividido puesto que es la única fuente de empleo. Lo que se demanda es que se paguen salarios justos y beneficios de infraestructura, instalaciones deportivas o un centro de salud. Puesto de otro modo se acepta ser envenenado siempre y cuando se otorgue el medicamento que elimine las molestias del despojo.

Agobiado por la impotencia de no poder cambiar las cosas me conformo con catapultar la reflexión. Lo que sucede en El Estor se reproduce en distintas regiones y se debe a una falta de cuestionamiento entre lo legítimo y lo condenable, entre la justificación del bien y la minimización del mal.

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JJ/I