INICIO > OPINION
A-  | A  | A+

'¡Viva Cristo rey!'

“¡Madre mía de Guadalupe/ que gane la religión/ que protestantes tenemos/ y corrompen la razón!” son algunos de los versos que cantaban los soldados de Cristo mientras empuñaban y disparaban sus armas contra el ejército federal. La bélica respuesta de la Iglesia católica a las medidas laicistas de los gobiernos de Álvaro Obregón y de Plutarco Elías Calles marcó la historia del Bajío en la primera mitad del siglo 20. La obra ¡Viva Cristo rey!, escrita por Jaime Chabaud y dirigida por Luis Aguilar El Mosco, trae de nueva cuenta aquellos hechos que se mantienen vigentes a través de las alianzas entre las élites eclesiásticas y el poder. 

El montaje brilla por varias razones. El Mosco, acompañado por el equipo del colectivo La Piedra de Sísifo, toma decisiones afortunadas para contar esta historia, el primer acierto consiste en aportar dos elementos al tono fársico de la dramaturgia: subrayar la intención ética de la farsa y el uso de la máscara. En este montaje la historia política de México recupera su función de gran maestra del teatro nacional.  Ahí estamos todos participando de algo que sabíamos que ocurrió, pero que representado así, entre clérigos de perversa sonrisa, gobernadores y presidentes de índice levantado e incendiarios fanáticos,  dibuja en vivo esperpénticos retratos de la actualidad nacional.

La farsa, que desenmascara el oscuro rostro del poder, aquí recurre a la máscara para igualar al asesino con el crédulo, al líder con la beata, a la casta Susana con la Magdalena arrepentida. La polis está ahí, unos y otros enfrentados por asuntos que son incapaces de comprender, mientras los poderosos se sonríen de frente para traicionarse y pactar tratados en los que el soldado y el hombre de fe perderán todo.

¡Viva Cristo rey! integra la estética nacionalista del muralismo a los mecanismos de la deformación fársica para subordinarlos a la dimensión ética del teatro. El resultado es una efectiva secuencia de cuadros escénicos tejidos con uno de los hilos más eficientes: la música en vivo. El elenco, asesorado por el compositor e investigador Ernesto Cano, consigue hacer del cancionero cristero y las alabanzas sacramentales una narración que enriquece y contextualiza a la dramaturgia.

Con clérigos procesados por crímenes de diversos órdenes, con ministros libres gozando de impunidad y firmando pactos con el Estado y feligreses gritando sentencias de odio, la actualidad nacional nos recuerda que sí, que aquí, el mundo al revés de la farsa no es exageración, sino un retrato. No se la pierdan.

[email protected]

JJ/I