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Marko y Pilar: el ridículo

Vaya ridículo público el que hicieron los dirigentes nacional y estatal del PAN, Marko Cortés y Pilar Pérez Chavira, quienes categóricamente aseguraron días atrás que la fracción parlamentaria de su partido en el Congreso votaría en contra de la adición del artículo 117 bis a la Constitución estatal para crear la figura del Constituyente, y encontrarnos con que ayer siete de sus nueve diputados los ignoraron olímpicamente y votaron a favor, incluyendo su coordinador Gustavo Macías, quien todavía el lunes aseguró que en bloque lo harían en contra.

La autoridad de Cortés y Chavira sobre sus diputados quedó cuestionada ante esta rebelión en la que al parecer valieron más los intereses particulares y de grupo que los institucionales, pues mientras la dirigente estatal acudió al mismo Congreso para prácticamente jurar ante los medios que no apoyarían este proyecto del gobernador Enrique Alfaro, Marko Cortés, el 25 de agosto, advirtió aquí en Guadalajara que aprobarlo sería tanto como abrirle la puerta al presidente Andrés Manuel López Obrador para que hiciera lo mismo a nivel federal y eso “es muy peligroso”, aseguró.

Incluso, Marko Cortés regresó el sábado pasado a Jalisco para someter a sus diputados a las instrucciones de la dirigencia nacional y al parecer se devolvió a la Ciudad de México convencido de que había hecho valer su autoridad, sentimiento con el que también se habría quedado Pérez Chavira.

Pero craso error, porque al parecer los compromisos asumidos por esos siete diputados con el gobierno alfarista les son más redituables que su institucionalidad. ¿O por qué Marko Cortés, Pilar Pérez Chavira y el propio Gustavo Macías no declararon públicamente –como lo hicieron para anunciar que votarían en contra– que habían cambiado de opinión y que se dejaría a sus diputados en libertad para votar a conciencia porque se convencieron de las bondades y beneficios de la reforma? Ni Cortés ni Chavira ni Macías revelaron previamente a la sesión de ayer que el escenario había cambiado.

En los hechos, Marko Cortés y Pilar Pérez fueron mandados al diablo por esos siete diputados rebeldes –Gustavo Macías, Hernán Cortés, Irma de Anda, Adenawer González, Claudia Murguía, Carlos Eduardo Sánchez e Irma González–, y lo declarado por los dos diputados panistas que no contendieron en alianza con Movimiento Ciudadano en 2018 y que votaron en contra, José de Jesús Hurtado y Jorge González Arana, así lo confirman.

Hurtado, además de calificarlo de “bodrio jurídico”, dijo: “Me apena mucho como diputado formar parte de un cuerpo legislativo que es capaz de arrodillarse ante la exigencia de un gobernador que quiere que se cumpla su capricho sea como sea. Éste es su bebé, lo ha dicho, ésta es su refundación”.

González Arana, a su vez, declaró: “Esto más bien pareciera como una vía de legitimización del gobernador, cuya eficacia es nula y su popularidad va en caída libre”.

El argumento del coordinador Gustavo Macías para justificar el voto a favor es risible y le da la razón a su compañero Jesús Hurtado: “No es un asunto de incongruencia, lo que buscamos es no quedar fuera de un proyecto importante. El PAN tiene que llevar sus aportaciones”. O sea que Macías y los otros seis diputados aliados del alfarismo tenían otros datos diferentes a los de sus dirigentes.

Hasta el momento de escribir estas líneas ni Marco ni Pilar habían hecho declaración alguna sobre el tema ni comentario en sus redes sociales, quizás temerosos de volver a hacer el ridículo.

Conseguido el primer objetivo del gobierno alfarista de haber sometido a la mayoría de los diputados para que su iniciativa fuera aprobada en el Congreso, el camino que sigue, que es la aprobación de la mitad de los ayuntamientos más uno, le será más fácil. Y si no, al tiempo.

ES TODO, nos leeremos ENTRE SEMANA.

JJ/I