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¿Es usted su personaje?

Uno de los grandes y más antiguos debates en la literatura, es el de la presencia de la autora o autor, en su obra. En dónde comienzan y hasta donde terminan la personalidad, las ideas, la psicología de la persona que está detrás de sus personajes. 

La discusión, que puede parecer absurda, trata de descifrar el permanente juego de ocultar, o evidenciar, las huellas y señales comunes entre quien escribe y quién lee una novela. Descifrar a la autora o autor de una obra literaria, gracias al camino de guiños trazado en el andar de los personajes, a veces llega a constituir para las lectoras y lectores de las obras, el verdadero motivo de sumergirse en su lectura. 

Conocer a quien crea la obra por medio de sus personajes, sus tramas, sus espacios y atmósferas provoca una cálida sensación de cercanía entre dos personas desconocidas. Esa cercanía se niega a creer, a veces hasta de manera obstinada, en el hecho de que las novelas sean exclusivamente producto de la imaginación, o al contrario, que estén basadas en hechos reales. ¿Se le debe creer a la autora o autor cuando asegura no tener nada que ver con su personaje? ¿No resulta a veces más impactante, más conmovedora, una historia en donde pensamos que los avatares del personaje fueron vividos por quien los escribió? 

Como varios otros autores, Orhan Pamuk reflexionó sobre esta compleja relación, o juego de escondidas, entre quien escribe una obra y quien la lee. 

“En 2008, publiqué en Turquía una novela titulada El museo de la inocencia. Esta novela trata, entre otras cosas, de los actos y sentimientos de un hombre llamado Kemal que está enamorado de manera profunda y obsesiva. Tras la aparición del libro no tardé mucho en empezar a recibir la siguiente pregunta de un buen número de lectores, que al parecer creían que su amor estaba descrito de un modo muy realista: ‘Señor Pamuk, ¿es usted Kemal?’ (...) 1. No, no soy mi héroe Kemal. 2. Pero me resultaría imposible convencer a los lectores de mi novela de que no soy Kemal. (...) El hecho de preguntarse qué partes están basadas en experiencias reales y cuáles son imaginadas no es más que uno de los placeres que obtenemos al leer una novela”. 

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da/i