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Molestias

Los libros son ahora una molestia. La gente ya no sabe qué hacer con ellos, sobre todo cuando se acumulan en casa, cosa cada vez más extraordinaria. En los últimos años he sabido de casos donde algunas personas se van deshaciendo de a poco de esos portadores de polvo; los sacan a la esquina con la esperanza de que un cartonero o chacharero reciclador se los lleve, porque los ponen fuera de los horarios de la recolección de basura, discretamente acomodados o en bolsas, aunque puestos donde todos dejan los desechos. Se infiere que hubo muerto en casa y quien se deshace de la colección es la servidumbre, siguiendo las órdenes de los herederos.

Otra forma sofisticada y que deja limpia la conciencia es librarse de los libros donándolos al bazar de la Ciudad de los Libros del famoso padre Cuéllar. No hace mucho allí vi una colección completa de la Espasa Calpe con los cuarenta y tantos volúmenes apilados y tambaleantes a la espera de un comprador. Cientos de libros salen a subasta cada semana con el veloz escrutinio de los libreros de viejo que allí se surten regularmente.

El caso más patético sigue siendo el del funcionario al que le estorbaban los libros que él mismo estaba encomendado a cuidar y que decidió regalar en los camellones de Chapultepec, para hacer frente a las críticas periodísticas que hablaban de almacenes llenos e incapacidad para distribuirlos y darles mejor fin. El funcionario, cuyo mayor mérito es ser nieto de poeta, ahora dirige un museo y ruego a Clío que ante alguna moción pública no se arrebate y decida donar a la calle las antigüedades.

También por su ausencia los libros parecieran molestar. Los regidores ensillados en sus tronos municipales ya no quieren ser ogros filantrópicos, pues no parecen aprecian las bondades editoriales. Aunque en sus ayuntamientos hay áreas de cultura, educación, bibliotecas y hasta ferias del libro, no se interesan en éstos ni para decorar sus oficinas, mucho menos se plantearían patrocinar alguna publicación editorial. No cundió el ejemplo de las viejas glorias de un pasado que parece remotísimo donde del propio Ayuntamiento de Guadalajara, en los años 80 y 90 del siglo pasado, tenía sus propias publicaciones. Ahora parecen interesados sólo en las esculturas, algunas de calidad más que dudosa.

@LibracoFP

JJ/I