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¿Asuntos de mujeres?

El 25 de noviembre de 1960 las hermanas Patria, Minerva y María Mirabal, activistas dominicanas, fueron secuestradas y asesinadas por órdenes del dictador Rafael Leónidas Trujillo. Ese es el motivo por el que ese día se declaró como Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. 

No deja de llamar la atención que a esas tres mujeres se les asesinó por oponerse a un dictador, es decir, por participar en la política. Claro que no son las únicas razones por las que las mujeres sufren de violencia. Al contrario, en todos los ámbitos de la sociedad las mujeres están expuestas a sufrirla, y de una manera por demás injusta, porque la padecen no por lo que hacen, sino por lo que son: mujeres. 

Para quienes tenemos el privilegio inmerecido de haber nacido siendo varones en una sociedad machista nos resulta muy difícil darnos cuenta de lo que implica sufrir violencia por cuestiones de género. Nuestra situación privilegiada nos enceguece, y por eso es que hay quienes critican y desacreditan los esfuerzos legítimos de las mujeres por cambiar esa situación. Aunque también puede haber varones que sí están conscientes de lo inmerecido de sus privilegios, y ante el miedo de perderlos optan por ser aún más violentos contra las mujeres. 

El pasado 9 de marzo, día en que muchas mujeres optaron por abandonar los espacios en los que usualmente convivimos, fue una oportunidad para darnos cuenta del privilegio al que aludo. Desafortunadamente, la reflexión se vio interrumpida por la pandemia, o, mejor dicho, por la sindemia del Covid-19 que hace que todo lo que está fallando empeore, tanto en el organismo individual como en el social, y por eso ahora las mujeres están padeciendo aún más violencia. 

De hecho, en una publicación reciente, la investigadora Malin Holm ha detectado que la violencia contra las mujeres en la política tiene tres manifestaciones: se da en su contra por motivos de género; incluye amenazas sexistas y violencia sexual; y provoca el desánimo en las mujeres que quieren participar activamente en la política. 

En ese mismo sentido, las investigadoras Conny Roggeband y Andrea Krizsán nos advierten sobre los mecanismos que se están utilizando en algunos países para revertir los (pocos) avances que se tenían en materia de género: desmantelar las políticas de equidad de género o incluso reemplazarlas por otras contrarias, sabotear su implementación, y erosionar los mecanismos de consulta a quienes abogan por los derechos de las mujeres. 

Al respecto, llama la atención el hecho de que en Jalisco el instituto electoral haya aprobado unas reglas que en los hechos cancelan la posibilidad de que los partidos políticos asignen la mitad de las candidaturas en los municipios más importantes del estado a mujeres, con lo cual el instituto viola el espíritu del artículo 1° de la Constitución federal, como bien lo hizo notar hace poco el analista Gabriel Torres en su columna periodística. 

Claro que esto no es así por casualidad, en buena medida se debe a que el Congreso de Jalisco no ha adecuado las leyes para asegurar que las mujeres tengan acceso a la mitad de las candidaturas, incluyendo la postulación a los municipios más importantes, así como a otros cargos de gran relevancia, como me lo hizo notar la periodista Sonia Serrano. 

Esta situación no es un asunto de incumbencia exclusiva de las mujeres, como algunos quisieran creer, por el contrario, es algo que nos implica a todas las personas, porque la estructura de nuestra sociedad está diseñada para actuar en contra de ellas, y no podrá cambiar a menos que unamos esfuerzos para lograrlo. 

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Twitter: @albayardo 

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