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AMLO, el Covid y el riesgo que acecha

“Lamento informales que estoy contagiando de Covid-19”, anunció el presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) la tarde del domingo 24 de enero. Y claro que es una noticia para lamentarse, independientemente del apoyo o no que se le brinde al mandatario y a su movimiento, porque es una contingencia que pone en riesgo al país. 

Primero, porque se trata del jefe del Estado, el comandante supremo de las Fuerzas Armadas y el conductor de la administración federal, es decir, su estado de salud influye en ámbitos neurálgicos de México, incluida la economía; de encontrarse en un estado crítico a causa de su reciente contagio, las probabilidades de una importante depreciación de la moneda nacional se dispararían. 

Segundo, en sí mismo es un problema político; López Obrador es el conductor de un proyecto de nación votado democráticamente en 2018 por una mayoría abrumadora. Es también el líder de Morena, el partido político que tomó las riendas del gobierno. Una complicación grave en la salud del mandatario pondría en aprietos no sólo a su movimiento, sino a su gabinete y a los legisladores de su partido, ante la falta de liderazgos que pudieran sustituirlo. 

Tercero, porque el contagio del presidente podría extenderse a otros importantes integrantes de su gabinete y a algunos gobernadores. En las jornadas de trabajo previas al diagnóstico de coronavirus, López Obrador tuvo contacto con el canciller Marcelo Ebrard, la titular de la Secretaría de Seguridad Ciudadana, Rosa Icela Rodríguez; el secretario de Hacienda, Arturo Herrera, y con Hugo López-Gatell, el vocero de las estrategias de salud para enfrentar al coronavirus. Los gobernadores Jaime Rodríguez Calderón, de Nuevo León; Juan Manuel Carreras López, de San Luis Potosí, y Enrique Alfaro Ramírez, de Jalisco, estuvieron en contacto con el mandatario federal. 

En el caso de Jalisco, el lunes pasado el gobernador Alfaro Ramírez anunció en sus redes sociales que se realizó la prueba rápida de Covid-19 y el resultado fue negativo. Unos minutos después, el epidemiólogo Carlos Alonso Reynoso le recordó, a través de Twitter, al mandatario estatal la falta de efectividad de las pruebas rápidas, en las que Jalisco ha basado parte de su estrategia contra el coronavirus. 

Tema aparte son el nivel de polarización y los mensajes de odio publicados en las redes sociales a partir del anunció del contagio de Covid-19 del presidente. Muchos de estos deseando la muerte del mandatario, lo que sólo aumenta el encono entre sus seguidores y detractores. 

Es un buen momento para discutir por qué el presidente no fue vacunado el 24 de diciembre cuando en nuestro país comenzaron a aplicarse las primeras vacunas de Pfizer/BioNtech. La lógica de priorizar las vacunas sobre los médicos que se encuentran en la primera línea de atención a los pacientes Covid-19 es correcta, pero anticipar una vacuna para el primer mandatario también lo es por todo lo expuesto anteriormente. Su homólogo estadounidense, Joe Biden, recibió la vacuna y nadie, dentro o fuera de su país, levantó la ceja. 

El estado de salud del presidente es un tema de interés público. Es un buen momento para que López Obrador cambie su postura sobre el uso del cubrebocas y el rumbo de la estrategia que desde el gobierno federal se ha establecido para el manejo de una epidemia que ha cobrado más de 150 mil muertes en poco más de un año, según datos oficiales. Es momento de que reconozca que la responsabilidad ciudadana a la que apeló todo este tiempo no es suficiente. 

Por ahora, sólo resta desear una pronta recuperación de la salud del presidente. 

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jl/I