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Jueces nuevos renunciando
Porque nos la quitaron
Qué satisfactorio es cerrar ciclos. Nos da la pauta para mirar el camino recorrido y contemplar el tiempo. Nos permite trazar nuevas rutas y destinos. Ello me recuerda nuestro paso por las aulas, cuando se termina un semestre o un grado escolar o cuando nos toca cambiar de escuela. Despedirse de amigos, de compañeros y de maestros, se vuelve impostergable.
Despedirse de los espacios es esencial. Ya no se recorrerán más esos pasillos que conducían al baño, a la cafetería o hacía las canchas deportivas. Por un rato se suspenden las tareas y los exámenes, se guardan los uniformes y se olvidan las mochilas pesadas. Por un tiempo no será necesario programar despertadores, desayunar con prisa, ni habrá que correr para alcanzar el camión o abordar el auto familiar; tampoco se escucharán los gritos matutinos para hacerles acelerar el paso.
Estamos en fechas de graduaciones y tras la ceremonia escolar corresponde organizar, a manera de festejo, reuniones para comer en casa o para visitar algún restaurante. Son días de sonrisas, de globos y aplausos, fotografías y ausencias. La sensación de libertad, del bien cumplido y de los anhelos logrados se vuelven parte de una ecuación única. De alguna manera todas las personas podemos identificarnos con algo.
Definitivamente son formas de celebración que guardan su encanto. Y pese a quienes nos resguardamos de estos eventos, seguirán y seguirán, pues nuestra cultura nos llama a vestir de fiesta nuestros logros. Me pregunto qué más se celebra, de qué es necesario hablar durante los encuentros familiares, cuál es el mensaje que urge transmitirles a los graduados. Quizás, inicialmente es importante que se les reconozcan valores como la voluntad, la disciplina, el esfuerzo, la perseverancia, la capacidad de decisión y la fortaleza que tuvieron para que eligieran continuar aún en días adversos.
Considero urgente diseñar en familia espacios para un dialogo horizontal, respetuoso y de confianza donde se pueda tocar la sintomatología familiar para hacer menos ásperos los encuentros y más disfrutable la convivencia. Espacios en donde se les recuerde a los jóvenes que ahí encontraran un hogar y un lugar seguro cuando la vida se vuelva caos.
Conviene exhortar a la juventud a reflexionar y a cuestionarse si realmente están caminando hacía sus propios sueños, alentarlos a sentir y a identificar qué tipo de agente de cambio pueden ser para su familia, grupo de pares, comunidad y nuestro planeta. Conviene recordarles la importancia de un involucramiento activo, comprometido y permanente.
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jl/I