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Jueces nuevos renunciando
Porque nos la quitaron
A 19 años del asesinato de Cumbres, el homicidio de dos niños en el norte de México que fue un escándalo mediático, el escritor Javier Munguía realizó una investigación con nuevos detalles del caso.
En entrevista para Efe, el autor de El caso Cumbres: toda la verdad sobre los crímenes de Diego Santoy explicó que indagó el expediente judicial, fuentes bibliográficas y testimonios de implicados, a fin de buscar justicia, la verdad histórica y exponer cómo la creencia popular privilegia al morbo, el amarillismo y al machismo.
“Quería escribir una novela sobre el caso Santoy, definir qué circunstancias orillan a un joven a matar, había preguntas inquietantes de una historia sencilla, pero terrible. Me di cuenta de que ameritaba un tratamiento de no ficción, una investigación porque de cara a la sociedad el caso quedó totalmente distorsionado”, explicó Javier Munguía.
Fue la madrugada del 2 de marzo del 2006, en la colonia Cumbres de Monterrey, en Nuevo León, cuando Diego Santoy Riveroll asesinó a puñaladas a Erick, de siete años, y ahorcó con el cordón de una persiana a María Fernanda de tres años.
En este hecho, también intentó asesinar a su ex novia Erika Peña, al golpearla con un martillo y degollarla y secuestró a Catalina Bautista, una empleada doméstica para luego ser detenido en el sureste mexicano en su intento por salir del país.
De acuerdo con el expediente judicial y notas periodísticas, en sus primeras declaraciones Diego Santoy confesó el crimen a las autoridades, sus familiares y amigos.
Un mes después en la declaración preparatoria de su primer juicio, éste cambió su versión inicial y afirmó que Erika era cómplice del crimen y que había sido parte de un ataque de ira porque él tenía relaciones sexuales con su suegra.
“La segunda versión le encantó al público, les pareció más atractiva, muy morbosa, más atractiva que la versión simple, pero creíble; de que él, como novio celoso y posesivo, atacó a su novia Erika y a los hermanitos. Desde ahí cambió la versión oficial por la creencia popular que persiste”, lamentó el autor.
En su libro, Javier Munguía, establece que no existe una sola pieza de evidencia en contra de Erika Peña, que ningún medio de comunicación y mucho menos la defensa, han mostrado pruebas de la segunda versión de los hechos.
“Se conjuntaron factores como el machismo, a Erika y su madre se le inventaron muchos amantes y se les cuestionó por su presunta relación con Diego, mientras que a éste lo defendía el público, incluso algunas mujeres. El morbo, el sensacionalismo y esa atracción por el espectáculo, el chisme, además que la figura de Diego Santoy resultó más atractiva para la gente”, agregó.
El autor enfrenta al lector con una verdad preocupante, una sociedad mexicana que ensalza a los criminales y condena a las víctimas en juicios sumarios, sin sustento.
jl/I