270 bolsas
¡2 de octubre no se olvida!
¡Viva Palestina libre!
Jalisco es un desastre. Eso lo muestran, por un lado, las inundaciones que suceden tanto en la ciudad como en zonas rurales. Son evidencia de los destrozos de la urbanización salvaje y la devastación de biodiversidad por los monocultivos. Todo ello autorizado y legalizado por los gobiernos municipales. Y, por otro lado, también lo reitera la cuestión de los desaparecidos. Esto ya es como seña de identidad. Jalisco se ha mantenido por varios años como la entidad con más desaparecidos de México.
La noticia es fuerte y desgarradora, pero se pretende naturalizar. Después de varios días de trabajos en la fosa clandestina de Las Agujas, municipio de Zapopan, aún sin terminar, se localizaron 270 bolsas con partes de cuerpos humanos. Este dato que se dice fácil encierra toda una constelación de historias de terror.
Provisionalmente significa que, a muchas personas, cada una con su propia historia, con familias, quizá con hijas e hijos, sin razón alguna, el crimen organizado cuando ya no les fueron útiles les arrebató la vida, desmembró sus cuerpos, estos fueron colocados en bolsas negras de plástico y enterrados en la que es, hasta ahora, la fosa clandestina más grande que se ha localizado en Jalisco.
Obviamente el dato impresiona, pero más allá de ello, referirnos a 270 bolsas con partes de cuerpos humanos resulta aterrador y más si pensamos que dicha fosa es solo la punta del iceberg de los miles de desaparecidos que hay en Jalisco. Y en esta geografía del terror, el municipio de Zapopan destaca por el alto número de personas de las que nada sabemos.
Sin embargo, y esto es otra reiteración, las autoridades de todos los niveles se mantienen firme en su negativa a otorgar prioridad a esta tragedia humanitaria. Por supuesto, si les preguntan, todos dirán estar ocupados y preocupados, pero eso no se refleja en hechos favorables. Sin embargo, refleja su congruencia. Si ninguna autoridad busca a los desaparecidos, en consecuencia, tampoco destina recursos suficientes.
A contrapelo, las madres buscadoras, porque aman a sus desaparecidos, se organizan en diversos colectivos y no se cansan de buscarlos por todos lados. Sin importarles el desprecio de las autoridades tampoco se cansan de cuestionarlas y exigirles apoyos materiales para seguir realizando las búsquedas que deberían hacer los gobiernos.
La novedad es que, si el gobierno no hace lo que debería hacer, los familiares, especialmente las madres, con el miedo a cuestas, toman en sus manos la cuestión y hacen lo correcto: buscar. Las madres dicen tener tanta información anónima de lugares posibles que se siente rebasadas. ¿Por qué al gobierno no llega tanta información anónima de posibles fosas? Es obvio. Se trata de confianza.
Porque mientras las madres buscan y encuentran los gobiernos simulan. Dicen apoyar, pero no contratan al personal suficiente y ni siquiera disponen de las herramientas necesaria. La parte del trabajo pesado lo siguen haciendo los familiares, corren todos los riesgos y, con lágrimas, con mucho esfuerzo físico, pero con todo su amor no paran de buscar.
¿Y los gobernantes? Pues como si nada.
jl/I
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