El Ala Este, oficina de la primera dama y foco de polémica ya desde la II Guerra Mundial
- por Agencia EFE
- 2025-10-23 - 10:23:20
El Ala Este de la Casa Blanca, que el mandatario estadounidense, Donald Trump, está demoliendo para construir un salón de baile, ha sido desde los tiempos de Eleanor Roosevelt la oficina de las primeras damas del país, además de un punto destacado en la vida protocolaria de la sede presidencial.
Su origen se remonta a 1902: Theodore Roosevelt (1901-1909) construyó entonces el Ala Oeste, instalando la oficina ejecutiva donde antes estaban los invernaderos edificados bajo la Administración de Thomas Jefferson (1801-1809), y erigió también un jardín colonial y la terraza este, que con el tiempo se convertiría en el Ala Este.
En 1942, durante el mandato de Franklin D. Roosevelt (1933-1945), marido de Eleanor, el lugar se modificó para incluir un búnker subterráneo de emergencia y una segunda planta, para poder albergar a más personal de la Casa Blanca y servir de punto de entrada de los invitados a distintos eventos.
Esa modificación fue controvertida en la época, porque se produjo durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Los congresistas republicanos consideraron que el proyecto era un "despilfarro" y acusaron al entonces mandatario de usarlo para impulsar su imagen.
De la ampliación a la demolición
Esa misma polémica persigue ahora al actual inquilino de la Casa Blanca. El Gobierno anunció el pasado julio la construcción de un nuevo salón de baile, de unos 8.000 metros cuadrados de superficie, en el Ala Este, pero separado "de manera sustancial" del edificio principal.
Esta semana, no obstante, se dio a conocer que todo el Ala Este será derribada para dar paso a ese nuevo espacio. La Casa Blanca ha considerado que era más barato y estructuralmente más sólido proceder a la demolición completa que apostar por una ampliación.
El coste también se ha incrementado. De los 200 millones de dólares iniciales, sufragados por Trump y "donantes patriotas", según la Casa Blanca, se ha pasado a cerca de 300. En su día, el líder republicano afirmó que se iba a respetar el edificio actual, pero las imágenes de grúas de demolición derribando su estructura contradicen ese propósito.
El presidente rechazó este miércoles la idea de que no ha sido transparente al respecto. "Se lo mostré a todos los que quisieron escuchar. Los reporteros de tercera categoría no lo vieron porque no quisieron mirar".
Obras en entredicho
El Fideicomiso Nacional para la Preservación Histórica, una organización sin ánimo de lucro, ha hecho un llamamiento urgente a la paralización de las obras "hasta que los planes pasen por los procesos legales de revisión pública requeridos, incluyendo la consulta y revisión por parte de la Comisión de Planificación del Capital Nacional y la Comisión de Bellas Artes, ambas con autoridad para revisar nuevas construcciones en la Casa Blanca".
La mansión presidencial pertenece al pueblo estadounidense y la administra el Servicio de Parques Nacionales, según recuerda este último servicio: "Es más que la residencia del presidente; es un lugar para protestas y para el diálogo nacional sobre lo que significa ser estadounidense".
El anuncio del Gobierno en julio apuntaba que Trump se había reunido con miembros del Servicio de Parques Nacionales, de la Oficina Militar de la Casa Blanca y del Servicio Secreto para abordar el diseño y la planificación del nuevo salón de baile.
Pero según ha indicado al canal ABC News un trabajador de la Casa Blanca, pese a que la demolición ya está en marcha, el proyecto final no se ha entregado a la Comisión de Planificación de la Capital Nacional, órgano que aprueba obras y renovaciones importantes en edificios gubernamentales de Washington.
El derribo de la actual estructura se produce además en pleno cierre del Gobierno federal por una falta de acuerdo en la aprobación de la ley de gastos, por lo que las agencias implicadas no se han pronunciado.
Trump quiere tener listo el nuevo salón para enero de 2029, antes del final de su segundo mandato. Según resume la emisora NPR, supondrá el cambio estructural más grande en la mansión presidencial desde que en 1948 se añadió el Balcón Truman, que da al Jardín Sur.
GR
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