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Nuestra mala calidad de vida

La Zona Metropolitana de Guadalajara no ofrece calidad de vida. Todos los días sus habitantes debemos destinar una parte importante de nuestro tiempo, que tendríamos que utilizar para producir o para disfrutar, en trasladarnos. La infraestructura insuficiente, la mala planeación en torno a las obras, la ausencia de la autoridad vial y el aumento en el número de vehículos nos mantienen en calles y avenidas que a cualquier hora se convierten en un estacionamiento y, lo peor, es que no hay un plan integral para que esto cambie.

Las horas pico y zonas conflictivas se multiplican, pues casi no hay un punto de la ciudad que escape a esta crisis. Un claro ejemplo es la llamada zona real, que por el costo de vida que tiene debería que ser sinónimo de calidad. Pero no. Avenidas como Acueducto, Servidor Público y Santa Margarita pueden ser de las peores opciones para circular.

La sensación que nos queda todos los días después enfrentar las necesarias horas de traslado es la pérdida de tiempo, las actividades que no alcanzamos a realizar, el descanso insuficiente, los espacios que no tenemos para nuestros seres queridos, para hacer deporte o para el ocio. Nos queda el estrés.

El director del Instituto de Movilidad y Transporte del Estado de Jalisco, Mario Córdova España, señaló en una entrevista para El Diario NTR Guadalajara que la deficiente movilidad deteriora la calidad de vida de los habitantes de la ciudad porque hay mayor sedentarismo, aumentan el tráfico, el ruido, la contaminación y los accidentes.

¿Cómo llegamos a este punto? La respuesta general tendría que ser un conjunto de errores, de alertas no atendidas y de omisiones de los ciudadanos pero, sobre todo, de las autoridades.

Después de conocer cómo creció el número de automotores en el estado en lo que va de este siglo, 176.6 por ciento, se puede entender por qué el caos vial es permanente. De los datos que dio a conocer el Instituto de Información Estadística y Geográfica (IIEG) se puede confirmar que la apuesta ha sido hacia el auto particular, cuyo registro aumentó casi 190 por ciento en ese periodo, mientras que el de los autobuses de pasajeros es apenas de 35.5 por ciento.

Un dato que nos debe clarificar lo grave de este tema es que en Jalisco durante los últimos 18 años aumentó más el número de automotores (176.6 por ciento) que el de habitantes (24.5 por ciento).

Mario Córdova enumeró distintas razones por las que el auto se convirtió en una alternativa. Las principales, la dispersión de las ciudades y los créditos baratos para la compra, además de los llamados carros chocolate, la desaparición del impuesto por tenencia de vehículos y un deficiente servicio de transporte público. El director del Instituto Metropolitano de Planeación (Imeplan), Mario Silva, citó los dos primeros y agregó la comodidad y la seguridad.

El tema es ahora cómo revertir esta inercia. Los gobiernos de la zona metropolitana, especialmente los emanados de Movimiento Ciudadano –y en particular el de Guadalajara–, plantean como una solución la redensificación. Entre menos kilómetros haya que recorrer, menos necesario será el automóvil. El problema es que el suelo que se está usando para este proyecto es caro y los desarrolladores han apostado por mayores ganancias. Es decir, no hablamos de una política social, sino económica.

Además, la reestructuración del transporte público sigue rezagada y mal ejecutada, sin contar el retraso y los daños causados por la construcción de la Línea 3. Esto, más la inseguridad que sigue en aumento.

El tema es complejo y requiere soluciones por diferentes vías. Lo que preocupa es que no hay señales de que se esté trabajando de manera seria e integral en ello.

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JJ/I