Cero y van dos

Debatir propuestas con rispidez, pero con respeto, eso ha sido lo que el INE ha pedido a los candidatos presidenciales antes de cada debate.

Sugirió que el segundo debate fuera tan ríspido como fuera necesario, pero tan propositivo y tan rico de información posible como para ejercer el voto en libertad.

Los aspirantes debían responder a quienes condujeron el debate y a los ciudadanos que participaron con tanta claridad y precisión como para generar información que ayude a ejercer un voto bien informado.

Todo lo anterior ocurriría en los sueños guajiros del INE porque supuestamente el debate no es un espacio creado para los candidatos, sino para los ciudadanos, para que conozcan mejor sus ideas frente a las problemáticas del país.

La cruda realidad es que lo que se quedó para la posteridad fue eso del “Ricky Riquín canallín”, “serénate, no te enojes”, “no todos somos iguales” y “dale un abrazo, pues”. Tal elocuencia ya hasta circula en las redes sociales con una mezcla de audio, eso sí, bastante pegajosa.

Pero en razones de sustancia, nos quedamos en las mismas.

Uno de los temas era los migrantes, 35 millones de mexicanos que esperan planteamientos realistas ante la política racista de la que están siendo víctimas en EU.

La protección legal en el país vecino, ¿hasta dónde se llegará en la defensa de los dreamers?, ¿qué sugieren en cuanto a políticas de retorno?, empoderamiento de la comunidad mexicana e inserción de estas poblaciones en el exterior, esas son problemáticas reales que quedaron sin una propuesta de solución concreta.

Eunice Rendón, coordinadora de Agenda Migrante, lo dice llanamente: todos los candidatos quedaron a deber.

Los migrantes mexicanos no quieren asistencialismo, quieren alternativas y atención humanitaria básica, políticas públicas con andamiaje institucional eficiente y presupuesto adecuado para llevarlas a buen puerto y que no queden en lo mismo: promesas de campaña.

Antes del debate, Agenda Migrante entregó a los presidenciables el documento Irrenunciables en política migratoria, elaborado por una coalición de 660 organizaciones que trabajan en pro de los derechos migrantes en México y EU.

En el documento plantean 29 acciones a favor de los migrantes a través de siete ejes, a los cuales llegaron después de realizar 17 foros en diferentes entidades de la unión americana y en estados fronterizos. Como quien dice, ya les hicieron buena parte la chamba, sólo falta que quien llegue a la silla presidencial haga las acciones concretas.

Los cuatro candidatos posaron para la foto con el documento, pero ni con el acordeón en la mano dieron con las respuestas correctas para pasar el examen.

Si algo reconoce Eunice Rendón es que al menos el tema de los migrantes se haya subido al debate, pero insiste en que los connacionales no necesitan apoyo moral, sino una verdadera política de Estado y que su problemática se atienda en serio y a conciencia. El tema sólo queda en visto, pero no resuelto.

En otro extremo está la problemática del campo, en donde reside buena parte de la riqueza del país, pero que, paradójicamente, está en el rezago.

Juan Pablo Rojas, presidente de la Confederación Nacional de Productores Agrícolas de Maíz de México, reprueba en la materia a todos los aspirantes presidenciales.

En Andrés Manuel López Obrador no ve una propuesta certera; de Jaime Rodríguez opina que nada tiene que hacer en un debate, y de Ricardo Anaya y José Antonio Meade dice que no llegan al punto de la definición en cuanto a la inversión que debe tener el sector primario del país.

Los productores de maíz están en contra de la continuidad de una política que ha mantenido el rezago en el agro; están en contra de los subsidios mal aplicados que sólo han llevado a que se dependa de ellos porque no hay atención ni asesoría.

¿Cómo levantar esas regiones más marginales del país, pero que son las aportan más valor a la producción y a la canasta básica? Ésa es la cuestión. En resumen, si de algo nos sirvió el segundo debate fue para comprobar, una vez más, el nivel de política que tenemos.

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JJ/I