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¿Para qué una nueva Constitución?

¿Un constituyente de Jalisco para que elabore una nueva constitución política del estado a fin de darle forma a una refundación prometida por el entonces candidato y hoy gobernador Enrique Alfaro Ramírez, que nadie entiende y que a pocos interesa? ¿Se puede distraer la atención de nuestros gobernantes de los tres poderes del estado, de los sectores de la sociedad, en un tema que a final de cuentas se le ocurrió a un aspirante a gobernar Jalisco, cuando hay tantos otros temas de mayor importancia, trascendencia e interés para los jaliscienses?

La grave –subrayo: grave– inseguridad pública, la corrupción galopante, la impunidad permanente, la carencia de medicamentos, la falta de atención en las instituciones de salud estatales –donde los médicos laboran sin los más elementales instrumentos para atender a los cientos de pacientes– y muchas otras necesidades más que tienen los jaliscienses, ¿no ameritan que los gobiernos estatal y municipales destinen toda su atención y esfuerzo a resolverlos?

Durante la presentación de su iniciativa ante el Congreso del Estado para integrar al constituyente, el gobernador Alfaro Ramírez externó: “No es ya un momento en que debamos de continuar con la ruta de hacerles parches y cambios parciales al acuerdo social fundamental de todos los jaliscienses; creo que llegó el momento de tomar en serio la responsabilidad de impulsar una nueva discusión, un nuevo diálogo de frente a todos los jaliscienses sobre este acuerdo social que es el que rige nuestra convivencia”.

Comencemos por el principio. ¿Quién considera que Jalisco requiere una nueva constitución? Hasta donde yo sé, sólo el entonces candidato y hoy gobernador. Nadie durante las campañas por la gubernatura consideró este tema como trascendental para la vida futura de Jalisco. Incluso, nunca supimos que en campaña Enrique Alfaro haya recibido la petición, el reclamo o la exigencia de que se creara una nueva constitución estatal.

Pero, bueno, el 5 de febrero presentó su iniciativa ante el Congreso para integrar un constituyente con los actuales diputados federales, los legisladores locales, cinco representantes del Poder Ejecutivo y cinco del Judicial, así como dos representantes de cada uno de los distritos electorales, o sea, 40 personas más.

Al respecto, me quedo con lo dicho por José Manuel Jurado Parres, catedrático de la UdeG y director de la Preparatoria 5 en la mesa de diálogo convocada por el diputado Héctor Pizano: “Habrá que cuidar el conocimiento profesional de los integrantes, el nivel intelectual y la honestidad intelectual; si no, imagínense lo que significa el establecimiento de una nueva constitución en manos de incompetentes e ineptos. En aras de la democracia hemos visto en la historia de nuestro país grandes barbaridades. La salud de la República y de Jalisco ya requieren de que nos alejemos de las ocurrencias”.

Al leer lo anterior y pasar lista a varios de nuestros diputados federales y locales, además de quiénes puedan ser los electos, la verdad que es preocupante un constituyente así.

Creo que el gobernador primero debió de habernos dicho qué tanto de la actual Constitución no es vigente en estos tiempos –debería de ser más de 50 por ciento mínimo, creo yo– como para crear una nueva; segundo, ¿no es mejor primero cumplir la actual Constitución antes de pensar en una nueva, sólo para justificar un confuso término de “refundación”?; tercero, ¿qué argumentos o diagnóstico de la situación de Jalisco que se fundamenta en la Constitución local justifica un paso de este tamaño? No encuentro argumentos que justifiquen este paso.

Por lo tanto, no creo en la necesidad de una nueva constitución. Estoy seguro de que soy de los muchos que en Jalisco piden que primero se cumpla la actual y que los gobernantes pongan el ejemplo.

ES TODO, nos leeremos ENTRE SEMANA.