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La farsa de Lemus Navarro

Jesús Pablo Lemus Navarro, alcalde de Zapopan, fue durante la etapa de construcción de la Villa Panamericana vicepresidente de la Comisión de Infraestructura de esta obra, como lo referí en una entrega anterior. Entonces también era presidente de la Coparmex, y como parte de los empresarios que propusieron la zona de El Bajío para ser sede del inmueble, luego de que no se concretó en el Parque Morelos y otros lugares como El Disparate, conocía muy bien el proyecto y sabía que al final de la justa deportiva se destinaría a vivienda.

El 15 de mayo de 2010 el diario El Informador publicó las declaraciones de Lemus en su papel de fiscalizador de la obra, que siguió paso a paso y de la que fue un puntual vocero: “Va en tiempo y forma el primer edificio de la Villa, de hecho, el primer edificio se entregará justo dentro de un año (…). Todo va de acuerdo al programa establecido, los edificios se están haciendo ya ahora, no me cabe la menor duda de que se entregará de acuerdo al programa”, informó.

Refirió, según el matutino, que la Villa Panamericana se levantaba sobre una superficie de 180 mil metros cuadrados, que constaría de un edificio más bajo que los demás, y que sería el primero en entregarse, y que luego se construirían los demás de mayor altura, para lo que “ya se cuenta con todos los permisos y licencias necesarios”.

En esa misma información donde Lemus Navarro da cuenta del avance de la obra, se recuerda que “luego de concluir la justa deportiva, los edificios sufrirán modificaciones, pues dado que en su inicio albergará a los deportistas, posteriormente los espacios se ampliarán y bajará la densidad para quedar en promedio 700 viviendas que se podrán a la venta”.

Desde 2010 Jesús Pablo sabía que el destino final de la Villa Panamericana después de los juegos sería su venta como vivienda por parte de los particulares que invirtieron en su construcción, bajo las condiciones estipuladas en aquella ocasión. Lo que Lemus Navarro desconocía entonces es que como presidente municipal de Zapopan le correspondería entregar los permisos para cumplir con el vocacionamiento del inmueble y del que tenía conocimiento pleno desde entonces.

Ahora dice desconocer la venta del inmueble y los términos del contrato de venta, y advierte que condicionará la entrega de permisos para uso habitacional hasta que se resuelvan las situaciones legales y ambientales. Pregunto: ¿no advirtió este escenario en 2010 cuando promovió, avaló y fue responsable de fiscalizar que la Villa Panamericana se construyera bien y en tiempo y forma en El Bajío, rindiéndole un informe cada 15 días a Mario Vázquez Raña? ¿No escuchó en aquella ocasión, como presidente de la Coparmex, las voces en contra de construir ahí por parte de los ambientalistas, de expertos y especialistas en el tema con amplia difusión en los medios de comunicación? ¿Por qué ignoró entonces esas voces?

¿No verificó antes de la construcción de la Villa, tan preocupado de la legalidad, que todo el entramado legal estuviera correcto? Si promovió, avaló y verificó la construcción del inmueble es porque estaba convencido de que no había nada ilegal y que lo aprobado por las instancias municipales, estatales y federales ero lo adecuado para levantar ahí este complejo y no hubiera poder humano que lo echara abajo.

¿Por qué hoy se rasga las vestiduras cuando fue parte responsable de que, de entrada, la Villa Panamericana se construyera en El Bajío? ¿Por qué dice en público ignorar todo el proceso de las negociaciones de compra-venta, cuando tras bambalinas se asegura que él tuvo conocimiento en tiempo y forma de la transacción?

Uno de los principales señalamientos que se le hacen a Jesús Pablo Lemus es de mentiroso, y las evidencias lo confirman. ¿Entonces por qué hay que creer su farsa?

ES TODO, nos leeremos ENTRE SEMANA.

JJ/I