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Jueces nuevos renunciando
Porque nos la quitaron
Pocas cosas les gustan más a los bancos que estar chingando a sus clientes potenciales.
El vendedor de tianguis grita sus ofertas, el supermercado reparte folletos, el emprendedor paga pautas en redes sociales; los bancos consideran buena idea llamarte a las ocho de la mañana del sábado para avisarte que eres un cuentahabiente destacado y te van a dejar caer un crédito que sabes bien que no podrás pagar.
Pensaba en esto un día que vagaba por la Play Store: hay aplicaciones para toda clase de cosas imaginables; se me ocurrió, y ojalá algún desarrollador lea esto, se me ocurrió una app que sirva para conjurar a los vendedores telefónicos de los bancos; pero no se trata de simplemente bloquear las llamadas, no: se trata de jugar con las mismas cartas que estos tragaleche que consideran el call center un excelente método de venta: una voz responderá y de hecho interactuará por ti en tres modos distintos: ranchero confundido y medio sordo que pregunta “¿bueno?” cada tres frases; pelea conyugal con televisor a todo volumen de fondo, y el modelo hardcore: gemidos, los mejores, seleccionados de las mejores voces de chicas que estornudan como gatito.
Con una app de estas características no sólo evitaríamos llamadas indeseadas: sería el equivalente a matar moscas con raqueta eléctrica: el placer de la venganza ante una criatura que sólo quiere fastidiarnos.
Lo mismo se antoja con Facebook, que oye nuestras conversaciones y nos agrega anuncios del café que deseamos por la mañana, el auto que mencionamos por la tarde y de forma ingrata el restaurante del que sólo hablamos a inicios de quincena: es como un vendedor de carretera listo para saltarnos al paso y ofrecernos lo que deseamos sin necesitar.
Algún entusiasta podría crear un bloqueador de anuncios responsivo que modifique el algoritmo de elección de usuarios de la red social, y así podríamos por ejemplo redirigir anuncios de parrilladas a los veganos; publicidad de tequila en grupos de alcohólicos en recuperación; chistes machistas en foros de sororidad y vibradores de Mercado Libre para todos sin ninguna clase de filtro.
Sería una buena forma de desquitarse un poquito de nuestra dependencia a las máquinas y a las pantallas, joderlas un poquito en irrisoria venganza, pues sabemos bien que detrás del teléfono y de la interfaz saben todo sobre nosotros, y seguirán usándolo.
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JJ/I