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¿En qué momento se pierde la salud mental?

La depresión se perfila como la monarca de los trastornos mentales en países como México. Para la Organización Mundial de la Salud, en el 2020 -o sea a la vuelta de la esquina- esta enfermedad será la causa principal de que los mexicanos se incapaciten, una previsión gravísima que no estamos dimensionando.

Hablamos de un trastorno mental que, de no atenderse, puede llevar a alguien a quitarse la vida y ahí están los datos para confirmar que no es menor: en 25 años los suicidios se han multiplicado por cinco en Jalisco, según informaron académicos de la UdeG el pasado martes, y en 90 por ciento de los casos la depresión está detrás.

El año pasado 589 personas se mataron, casi dos al día, cuando en 1994 eran 100 las que atentaron contra su vida. 

Cuando una persona se suicida o intenta hacerlo es víctima inmediatamente del juicio público. Se le critica, se le culpa, aunque nadie entienda a ciencia cierta lo que pasaba por su mente. Además, muchos de quienes juzgan lo hacen desde la superioridad de una supuesta salud mental impecable, ¿acaso eso existe? Hay muchos mitos alrededor. 

 

La depresión no es precisamente vivir llorando ni se detona por un solo factor, como la muerte de alguien cercano o un dolorosísimo rompimiento, sino que también puede gestarse con sutiles actitudes y decisiones que, de prolongarse, llegan a tener un impacto en el cerebro y derivar en el establecimiento de una depresión crónica. 

 

Según el especialista en neurociencias de la UdeG Rodrigo Ramos Zúñiga, el desarrollo de una depresión estará determinado por factores muy diversos como la predisposición genética, la personalidad, el estilo de vida y hábitos (las adicciones son un factor de riesgo, por ejemplo), hasta situaciones circunstanciales (relaciones insanas) y el entorno social, donde entra la familia, el trabajo y la ciudad donde se vive. 

 

Ahora, ¿qué aspectos de nuestra vida diaria podrían encaminarnos a desarrollar trastornos mentales y llegar incluso a una depresión? Según el doctor Ramos Zúñiga, el estrés laboral y la ansiedad son de los más abundantes hoy día detonados por el trabajo, el tráfico, el celular y las redes sociales. Si esos dos problemas no son controlados, la persona se vuelve más vulnerable a desarrollar depresión u otros trastornos eventualmente. ¿A quién le son ajenos el estrés y la ansiedad en estos tiempos? 

Otros temas que influyen en este camino rumbo a la pérdida de la salud mental son los desórdenes alimenticios, de sueño y el abuso del alcohol o de otras sustancias, según el especialista. Si se bombardea al cerebro por largos periodos con este tipo de cocteles, puede haber fallas en la comunicación neuronal que deriven en trastornos mentales. Entonces la serotonina -conocida como la hormona de la felicidad- comienza a descender y, en caso de persistir, puede establecerse una depresión crónica.

También hay signos de alerta cuando la enfermedad ya está presente. Es el caso de abandonar actividades que a la persona antes le entusiasmaban, le emocionaban, así como el cambio drástico de rutinas, el descuido personal, el aislamiento, la desesperanza y no se digan las autolesiones. Ahí ya hay focos rojos que es necesario asumir y tratar.

Así, viendo los pasos pequeños, ya no parece tan lejano ni ajeno un trastorno mental ni una depresión, ¿verdad? Todos somos susceptibles, lo importante es detectar cuáles de nuestras prácticas diarias o constantes pueden estar siendo insanas para revertirlas. No hay ciudad resiliente sin personas resilientes. 

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da/i