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Dos años sin Samir

Los zapatistas, desde hace 26 años, nos enseñan las formas como ellos hacen las cosas de la vida. Son una escuela y fuente de inspiración permanente. El pasado 20 de febrero se cumplieron dos años de que fue asesinado Samir Flores Soberanes, indígena náhuatl. Era miembro del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y el Agua en Morelos, así como del Congreso Nacional Indígena y del Consejo Indígena de Gobierno. Y para recordarlo y honrarlo, los zapatistas hicieron una increíble movilización en sus 12 territorios llamados caracoles. Las imágenes, que se pueden ver en su sitio (https://enlacezapatista.ezln.org.mx), me hacen afirmar que los zapatistas muestran que guardando las medidas de seguridad sanitarias (al pasamontaña agregaron el cubre bocas, la careta y la sana distancia), en plena pandemia, se puede honrar a los luchadores sociales. No recuerdo otra movilización tan grande para ennoblecer a un luchador social. 

A Samir lo asesinaron en la puerta de su casa, en Amilcingo, Morelos. Tenía 36 años, estaba casado con Liliana Velázquez, con quien tuvo tres hijas y un hijo: Amira, Jenny, Mariana y Kinich. Era un reconocido activista y comunicador comunitario, firme opositor al Proyecto Integral Morelos (PIM), megaproyecto heredado por el gobierno de Felipe Calderón que consiste en la construcción de dos plantas termoeléctricas, un acueducto y un gasoducto, obras de gran calado que afectarían comunidades indígenas de tres entidades: Morelos, Puebla y Tlaxcala, territorio del volcán Popocatépetl. Como se sabe, las plantas termoeléctricas necesitan de grandes cantidades de agua y se caracterizan por sus altos niveles de contaminación tanto por los vapores que expide como por los líquidos que contaminan los acuíferos y por esa vía llegan a la población. Además, el ruido que producen sus turbinas alcanza decibeles que pueden hacer que las aves se desplacen para no volver y que las vacas se estresen y produzcan menos leche. 

El espejo de lo que puede suceder si la termoeléctrica en Huexca, Morelos, entra en funciones, lo encontramos en Salamanca, Guanajuato, donde se ha documentado que las aves caen fulminadas por el efecto del ruido estrepitoso. Esta planta ha sido señalada como coadyuvante de la contaminación que ha producido enfermedades del sistema respiratorio, cardiovasculares, leucemia, del sistema nervioso central, casos de retraso mental, síndrome de déficit de atención, autismo, insuficiencia renal y cáncer. Además del elevado número de abortos de madres primerizas. Los efectos contaminantes del aire, por dióxido de azufre, depende de si la planta funciona con combustóleo o con gas natural. Los porcentajes varían, pero no su carácter contaminante. 

Por razones como estas Samir se oponía a este megaproyecto y eso le costó la vida. Dos años después, su asesinato sigue impune. Es importante recordar que, durante mayo de 2014, AMLO estuvo en el municipio de Yecapixtla, Morelos, al que pertenece el poblado de Huexca y declaró en un mitin: “Yo aquí quiero expresarles que vamos a defender con todo lo que podamos a los pueblos, no queremos ese gasoducto, esa termoeléctrica, que no queremos tampoco las minas que nada más van a destruir el territorio y van a contaminar las aguas…”. Pues nada, igual que otros presidentes, AMLO no cumplió su compromiso y tampoco se ha hecho justicia. 

Pronto se cumplirá la mitad del gobierno de la 4T y la impunidad y ausencia de justicia siguen siendo una realidad. No sólo en el caso Samir, también en el de Miroslava Breach, de Javier Valdez, el de todas las desaparecidas(os), de las mujeres asesinadas, de las especies exterminadas, de la naturaleza destruida, de los muertos por contaminación y por Covid-19, de los 43. La lista es muy abultada… 

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jl/I