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Nadal vuelve a reinar en Barcelona

(‘REY DE LA TIERRA’. Rafael Nadal se adjudicó su primer torneo del año. Foto: EFE)

El español Rafael Nadal ganó este domingo su duodécimo Trofeo Conde de Godó al vencer en una épica final al griego Stefanos Tsitsipas, por 6-4, 6-7 y 7-5, en tres horas y 39 minutos. 

Nadal, que recupera el segundo puesto de la clasificación mundial, desaprovechó dos bolas de partido en el segundo set tras haberse apuntado el primero, pero en la vibrante tercera manga doblegó al quinto del ránking ATP, que venía de ganar en Montecarlo y que sucumbió en su segunda final en Barcelona contra el balear, como ya hizo en 2018. 

Sin embargo, el partido nada tuvo que ver con el que ambos jugaron hace tres años y en el que un imberbe Tsitsipas fue arrollado por el rey de la tierra (6-2 y 6-1). 

El heleno, que esta vez llegaba a la última ronda como el jugador del momento, puso a Nadal al límite como nadie antes lo había hecho en el abierto barcelonés, pues solo David Ferrer había sido capaz de robarle un set en una final. 

El balear empezó imperial con su servicio para ganarlo en blanco en el primer juego, pero perdió el siguiente con su saque y Tsitsipas ganó de nuevo el suyo para colocarse 1-3. 

El ateniense sumó once puntos seguidos en esa fase del partido y Nadal, a remolque de su adversario, no veía la manera de contrarrestar el acierto del campeón de Montecarlo. 

El mallorquín salvó dos bolas de 'break' en el quinto juego, mientras que Tsitsipas se colocó cómodamente 2-4, encadenando primeros servicios. 

Pero todo cambió el octavo juego, cuando Nadal logró romper el saque del segundo favorito y volvió a hacerlo en el último juego del primer set para adjudicárselo, casi por sorpresa, por 6-4. 

Tsitsipas se marchó cabizbajo al descanso. Sentía que había jugado mejor que Nadal y, sin embargo, acaba de perder el primer set de la final. 

El 'rey de la tierra' derrotó a uno de los tenistas más talentosos de la nueva generación y, como en las grandes citas, se desplomó entre exhausto y eufórico sobre la arcilla. 

Mientras Tsitsipas, cabizbajo y con la mirada perdida, se lamentaba por lo cerca que había estado de destronar a Nadal en Barcelona.   

jl/I