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Deconstruir al policía

¿Quién quiere ser policía? Y, sobre todo, ¿por qué? El aumento de salarios en las principales corporaciones policiales de Jalisco no ha podido incrementar sustancialmente la cantidad de aspirantes a integrarse a las filas de la Policía. 

En el Área Metropolitana de Guadalajara, la Comisaría de Zapopan es la única que ha tenido un verdadero incremento en los últimos años, pero en ese municipio ha habido una importante explosión demográfica y es probable que el aumento en la cantidad de agentes sea apenas suficiente. La Policía de Guadalajara se ha mantenido en el mismo nivel, al igual que su población. Son las dos instituciones de la metrópoli con mejores condiciones laborales para los agentes, en general. 

La Policía del Estado sí que ha batallado para superar sus números, sobre todo en materia de custodios de reclusorios. Ahí la situación laboral es muy difícil y de ello ha dado cuenta recientemente la Comisión Estatal de Derechos Humanos al revelar el escándalo de los traslados de reclusas para fiestas y las represalias contra las mujeres policías que denunciaron las irregularidades y violaciones a derechos humanos que la Secretaría de Seguridad consideró dentro de la legalidad. 

Hasta hace años, la Policía Vial también tenía atractivas condiciones laborales que favorecían el reclutamiento, luego pasó a formar parte de la Secretaría de Seguridad y la corporación se ha esforzado por contratar policías mujeres por considerar que son menos propensas a la corrupción, en un ambiente que tradicionalmente ha sido el más propenso a generar la famosa mordida en agravio de conductores de vehículos con cualquier justificación absurda. El impulso al programa de Salvando Vidas, operado por mujeres policías viales, también ha requerido ese tipo de contrataciones. 

La Policía Investigadora también ha batallado para mantener la cantidad de personal, siendo una de las que están en mayor contacto con la delincuencia, pues ellos están activamente investigando ilícitos y no sólo patrullando, como hacen preponderantemente las policías preventivas. En cierta manera es todavía más peligroso porque intervienen en la ejecución de órdenes de aprehensión, órdenes de cateo y operativos diversos para rastrear a los probables responsables de hechos ilícitos. Las áreas de secuestros, homicidios y recientemente de desaparecidos son algunas de las potencialmente más riesgosas. 

Fuera de la metrópoli, predominan mandos y policías de línea advenedizos, que llegaron al cargo ya sea por recomendación o por algún favor y, con los sueldos tan bajos que ofrecen, tampoco son muy atractivos esos empleos a menos que no haya otras opciones. 

Si la principal motivación para trabajar como policía son el sueldo y las condiciones laborales, ¿dónde queda el espíritu de servicio que debería caracterizar a los agentes? La vocación de un servidor público que no sólo debe estar a disposición de la ciudadanía, sino estar presto a arriesgar su vida para garantizar la paz y la justicia, suele ser el último elemento en la ponderación para elegir esa carrera, que no profesión, porque la inmensa mayoría de las corporaciones policiales carece de un servicio profesional de carrera. 

Ante ese panorama y, ante la necesidad de personas que se dediquen a preservar la armonía social desde la función policial, ¿qué se puede hacer para conseguir que haya más y mejores policías? Desde el nivel de los gobiernos locales se tendría que deconstruir al policía para que sea una persona dedicada al servicio a la sociedad, con un contacto directo y constante, con calidad humana, que no sólo cumpla con una función, sino que inspire y sea modelo a seguir. 

Twitter: @levario_j

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