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Jueces nuevos renunciando
Porque nos la quitaron
Es difícil explicarle a la gente la situación del sector energético. Para quienes seguimos la economía diario es complicado comprender todos los detalles. Entender el mercado petrolero es una cosa, pero entender la situación productiva de Pemex es otra. Entender cómo se genera la energía eléctrica puede ser fácil, pero tener una visión de la situación financiera de CFE es otra cosa mucho más complicada.
Esto por la contrarreforma eléctrica planteada por el presidente López Obrador y que viene apoyada por la peor parte su gobierno, Manuel Bartlett y Rocío Nahle, hacen que sea muy complicado explicar con facilidad lo mala que resultaría para el país de ser aprobada.
El sector energético es complicado en sí mismo, más cuando tenemos un entramado como el mexicano. Y aún más porque para el público en general todo lo maneja el gobierno; para la gente es exactamente lo mismo.
Cuando se impulsó la reforma energética de 2014, el mayor error del entonces presidente Enrique Peña Nieto fue publicitarla como una reforma que bajaría el precio de la luz y del gas. Nada más falso.
La reforma energética se hizo porque se había vuelto indispensable abrir el sector a la inversión privada. Porque el país crecía y demandaba cantidades mayores de energía eléctrica y energéticos. Y Pemex o CFE ya no tenían forma de garantizar dicho abastecimiento.
¿Habrían podido hacerlo? Quizá. Con un ambicioso plan de inversiones que garantizaran construir decenas de plantas productoras de energía eléctrica para las próximas décadas. El gran problema es que ni Pemex ni CFE cuentan con los recursos suficientes para garantizar estas inversiones. Y si no tenían el dinero, mucho menos un gobierno federal que hubiera tenido que recortar enormes partes de su gasto público para ello.
Mire, sé que es difícil de creer, pero de cada 10 pesos que tiene el gobierno federal, 8 ya están comprometidos para el pago de sueldos, pensiones, intereses de deuda y otros gastos “irreductibles”; no hay forma de evitarlos. En consecuencia, solo 2 pesos son el dinero que el gobierno puede realmente asignar a proyectos u obras de su elección.
Si ni el gobierno ni sus empresas tenían ni tendrán los flujos necesarios, entonces había que abrir el sector y permitir que externos invirtieran y garantizaran la generación de energía. Lo mismo para el tema petrolero que para el de la luz.
Por eso se hizo la reforma y por eso debe mantenerse. Sacar a los privados del sector no solamente marcaría a México como un destino inseguro para cualquier inversión importante, sino cancelar la posibilidad de que el país cuente con suficiente energía eléctrica para su crecimiento económico.
Y olvídese de nuevo de que el precio de la luz baje. No crea en mentiras. No otra vez.
Incluso de aprobarse, lo más seguro es que suba. Y si no subiera, le costaría mucho más al gobierno, porque habría que aumentar los subsidios para mantener los precios.
Si López Obrador arruinó el arranque de su gobierno con la cancelación del NAIM, ahora arruinará el resto con esta medida y comprometerá el destino del siguiente sexenio.
Twitter: @Israel_Macias
jl/I