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Aspirantes con padrino

La letanía de esta semana en el Congreso local ha sido que elegirán a los que tengan los mejores perfiles para las siete vacantes como magistrados de Supremo Tribunal de Justicia, pero ese discurso es sólo demagogia para poder justificar las decisiones de “cuates” y “cuotas” porque al final pesan los que tengan padrino. Y todos lo saben y hasta cabildean.

Si todo fluye como los diputados locales esperan, hoy podrían darse a conocer los elegidos en una sesión que podría empezar en la tarde noche y terminar de madrugada por la tardanza en los acuerdos.

Los resultados del examen de control de confianza los dejaron para el último minuto con el fin de evitar impugnaciones, y por eso tienen prisas de ser nombrados hoy mismo, para que no se entrampe el proceso como ha ocurrido en otras ocasiones y, sobre todo, cuando hay un personaje de todos conocido que les hace ver las fallas en su proceso.

Inicialmente eran 109 perfiles, pero tres no se presentaron al examen teórico-práctico, que era uno de los requisitos obligados, y al final sólo quedaron 106.

Esta lista todavía se depuró más cuando hubo muchos que obtuvieron una calificación baja en el examen aplicado por Ceneval y cuando la norma legislativa establece que deben elegir a los cinco de mejor calificación en este examen por cada vacante. Así la lista quedó en 38 para elegir a siete.

Y aunque tengan buenas calificaciones o estén entre ese grupo de elegidos se necesita un padrino político para poder llegar al cargo, para que su nombre esté en la mesa de negociación y reciba el palomazo por las otras fracciones parlamentarias.

El discurso de los coordinadores parlamentarios de elegir a los mejores es sólo una cantaleta que tienen que repetir porque eso dice el reglamento de la Ley Orgánica del Poder Legislativo, y no pueden decir y mucho menos hacer lo contrario, es su deber; aunque sí quieren hacerlo.

Cuando menos hay una fracción parlamentaria que sí buscaba imponer a una persona que no logró una buena calificación en este examen, pero es difícil que lo concrete porque afortunadamente ya está en ley y los obliga a respetarlo. También hay que reconocer que a veces no respetan la ley y se la brincan, cómo ocurrió con la elección de los últimos consejeros de la Judicatura.

Lamentablemente, la opinión técnica del Comité de Participación Social o las entrevistas realizadas ayer son elementos secundarios para la toma de decisiones, y para lo único que puede servir es para validar o rechazar algún nombre, pero no son definitorios para su elección por el poco valor que le dan al no ser vinculantes.

De todos los registrados, hay muchos que sacaron buena nota en el examen y no tan mala en el Comité de Participación Social, y lo que debería ser un factor decisivo de elección sería la trayectoria y su postura en las entrevistas, sin embargo muchos legisladores han señalado que no pueden darle un peso alto a la entrevista en persona porque pueden ponerse nerviosos en este momento. Lo que ya no recuerdan es que sí lo han hecho en el pasado.

Al final, los nombres que se pondrán en la mesa serán mencionados por actores fuera del palacio legislativo, y los diputados locales que son los que votan únicamente tendrán que aceptar los nombres que les den sus coordinadores porque ni siquiera se han tomado la molestia de analizar los perfiles, ya que están esperando a que les digan quiénes son los buenos. Ni siquiera acudieron a escucharlos de viva voz.

Y ante esta situación es cuando vale la pena insistir, en que cada legislador debe comprometerse en hacer públicos sus argumentos para votar por cada persona, y ahí nos daríamos cuenta si en realidad reflexionaron su voto o sólo imitaron a su coordinador.

Hay otros que señalan que hay avances porque afortunadamente ya existen estas evaluaciones para poder depurar la lista debido a que antes sólo llegaban al cargo sin mostrar su experiencia como hemos visto en algunos que actualmente ocupan el puesto.

El método puede seguirse perfeccionando si en realidad votaran por los mejores, pero siempre existe la intención de contar con alguien de confianza en ese puesto tan anhelado para dar trabajo o para ocuparlo en algún momento.

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jl/I