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Justificación
No permitirá construcción
El escritor keniano Ngugi wa Thiong’o, fallecido a los 87 años, fue un titán de las letras africanas que encandiló a lectores de todo el mundo y aspiró al Premio Nobel de Literatura, en cuyas quinielas figuraba a menudo.
En una carrera de más de seis décadas, su pluma brindó novelas tan famosas como Un grano de trigo (1967) o El brujo del cuervo (2006); numerosas obras de teatro y cuentos, unas memorias de agradecida lectura y ensayos tan memorables y agitadores de conciencias como Descolonizar la mente (1986).
Como ha afirmado el académico y escritor keniano Peter Kimani, Thiong’o ocupa un trono en “el panteón de escritores del continente que comenzaron a escribir cuando la descolonización de África cobró impulso”.
Ngugi, como le llamaban sus paisanos, que también se referían a él con cariño y reverencia como el profesor, nació el 5 de enero de 1938 en Kamirithu, un asentamiento en el corazón de las llamadas Tierras Altas Blancas que se apropiaron los británicos por su clima agradable en la colonia que establecieron en Kenia.
Bautizado con el nombre James Ngugi y originario de la etnia mayoritaria kikuyu, fue testigo del Estado de Emergencia (1952-1960), declarado por las autoridades británicas contra la sublevación del Ejército de Tierra y Libertad de Kenia, una organización guerrillera conocida popularmente como Mau Mau, y durante el que murieron al menos decenas de miles de kenianos.
No sorprende, pues, que sus obras examinen el legado del colonialismo tras la independencia de Kenia (1963) y las relaciones entre los kenianos que buscan la emancipación económica y cultural y las élites locales que actúan como agentes de los neocolonizadores.
Pese al yugo colonial de los británicos, Thiong’o eligió su idioma para debutar con Niño no llores (1964), primera novela en inglés publicada por un autor de África oriental, que redactó antes de la independencia y trata las tensiones entre blancos y negros.
En 1967, Ngugi comenzó a impartir clases de Literatura Inglesa en la Universidad de Nairobi, donde pasó diez años en los que colaboró con las universidades de Makerere (Uganda) y Northwestern (EU).
El idilio con la lengua de Shakespeare cesó en 1970, cuando cambió el nombre colonial de James Ngugi por Ngugi wa Thiong’o, y empezó a escribir en su idioma natal, el kikuyu (o gikuyu), como reivindicación ante la represión lingüística del poder imperial.
Sus grandes expectativas sobre la Kenia postcolonial, expresadas en Un grano de trigo, antecedieron a un optimismo que naufragó en la desilusión provocada por su arresto en 1977 por el Gobierno de Jomo Kenyatta, primer presidente (1963-1978) del nuevo país.
El detonante fue la publicación de una obra de teatro en kikuyu Ngaahika Ndeenda (Me casaré cuando quiera), prohibida por las autoridades por sus mensajes políticos.
jl/I