Cuento de hadas convertido en pesadilla 

Después de dirigir cinco cortos, la noruega Emilie Blichfeldt debuta en el largometraje con La hermanastra fea. La directora se inspira en el horror corporal de David Cronenberg para reescribir el cuento de Cenicienta desde la perspectiva de Elvira, una de las hermanastras, cuya vida se convierte en un desfile grotesco de cirugías, deformaciones y sufrimientos físicos, en busca de aceptación y amor. Así de cruel es como se lee, querido lector. Pero no se asuste, no es una propuesta como Terrifier, que busca mostrar sangre ante cualquier pretexto. La hermanastra fea es fuerte, pero la violencia está donde debe estar y no solamente es física. 

La cinta inicia cuando Elvira llega con su hermana Alma a la boda de su madre Rebekka con Otto von Rosenhoff, sin embargo, el aristócrata muere repentinamente. ¿El resultado? Deja deudas y una hijastra, Agnes, la joven hermosa que encarna el ideal social de belleza.  

Rebekka deposita en sus hijas la esperanza de un matrimonio rico, pero Elvira persigue su propio sueño: conquistar al príncipe. Para lograrlo, se somete a crueles procedimientos estéticos impuestos por su madre y alentados por un siniestro personaje que reemplaza la figura del hada madrina. 

Las operaciones plásticas, amputaciones y métodos aberrantes desatan escenas brutales, filmadas con un estilo que coloca al espectador en la piel de Elvira. Al contar la película con poca música, los silencios resaltan los tormentos de su cuerpo por dentro y por fuera. Sin duda, la gran actuación de Lea Myren sostiene toda la película; su entrega física y emocional, sumada a su capacidad de transmitir dolor, obsesión y esperanza convierten a Elvira en un personaje trágico y fascinante. 

Aunque Agnes representa la belleza normativa y vive un camino aparentemente más fácil, el filme subraya que también sufre pérdidas y desdichas. La rivalidad entre ambas surge no por maldad innata, sino por las diferencias de trato social y la desigualdad de oportunidades. Elvira no odia a su hermana por crueldad, sino porque cree que todo le resulta más sencillo. 

En contraste, Alma, la hermana menor, encarna una alternativa de vida: aprende a montar a caballo, se viste con pantalones y alza la voz en defensa de lo que cree justo. Su figura ofrece esperanza y humanidad frente al espiral autodestructivo de Elvira, aportando equilibrio a la brutalidad visual. 

La propuesta estética la película combina el frío paisaje escandinavo con una atmósfera de cuento retorcido, vestuarios fastuosos y una crudeza visual que recuerda al horror setentero. Los objetos quirúrgicos y métodos de transformación se mezclan con toques steampunk, mientras los colores pastel y una iluminación atemporal aportan contraste en las escenas más violentas. El resultado es una cinta tan grandiosa como desagradable. 

La hermanastra fea es una de las mejores películas del año gracias a Myren, al horror corporal y a la crítica social, una fuerte denuncia de los cánones de belleza, la romantización del amor y las imposiciones sobre el cuerpo femenino. La mezcla de géneros –drama, terror, romance y comedia– dota a la cinta de un ritmo fluido, que no pierde al espectador pese a su crudeza. 

Cada imagen grotesca sirve a la narrativa, eleva el nivel de tensión hasta el clímax. Elvira se convierte en un reflejo de la obsesión social por la perfección. 

La hermanastra fea se perfila como pieza de culto en el cine de horror revisionista, heredera de obras como La sustancia. 

Con este debut, Blichfeldt firma una obra extrema y arriesgada que provoca fascinación y rechazo a partes iguales. No te la pierdas, ya está en cartelera. 

Spotify: pablogarabito 

jl/I

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