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Rømer y la luz

Las toscas mediciones de Römer fijaron una velocidad de la luz de alrededor de 140,000 millas por segundo. Aunque era rápida, Römer había demostrado que la luz no viajaba instantáneamente. Esta primera estimación medida está razonablemente cerca del valor moderno de 186,282 millas por segundo

Marcia Bartusiak, ‘Archives of the Universe. A Treasury of Astronomy’s Historic Works of Discovery’, Pantheon Books, New York (2004), p. 118

 

Aquí en la Tierra las experiencias de cualquiera de nosotros con los fenómenos en que se involucre la luz nos harían considerar como instantánea su rapidez de propagación, sin embargo, cuando se indagaba acerca de su naturaleza, si era ondulatoria o corpuscular, hace más de 300 años entre los experimentos e incluso observaciones astronómicas hubo algunas de estas últimas con las cuales se logró determinar que, aunque increíblemente rápida, en realidad la luz tenía una rapidez finita.

Nacido el 25 de septiembre de 1644 en la ciudad danesa de Aarhus, quien recibió el nombre de Ole Christen Pedersen inició su formación en la Aarhus Katedralskole para continuar sus estudios en la Universidad de Copenhague como médico bajo la guía de los hermanos Thomas y Erasmus Bartholin, según consigna su biógrafo Ronald A. Schorn, profesor de la Texas A & M University, y agrega que el último sería tutor de quien ya había agregado a su nombre el Römer (oriundo de la isla danesa de Romo) en astronomía y matemáticas.

La visita a Dinamarca en 1671 de Jean-Félix Picard, de quien ya se ha escrito en esta columna (ver El Diario NTR, El Pegaso de Sigüenza, 20 de julio de 2020), para determinar la posición exacta del observatorio astronómico Uraniborg de Tycho Brahe entre algunas de las observaciones realizadas fueron de las ocultaciones del satélite Io de Júpiter, tarea en la que auxilió Römer para determinar la longitud que habría de dirigirlo hacia las investigaciones astronómicas, acompaña a Picard a París, donde se estrenaba un magnífico observatorio astronómico financiado por el rey Luis XIV, quien nombró a Römer tutor de su hijo el delfín.

El danés permaneció nueve años en Francia, donde se destacó como diseñador de instrumentos, como micrómetros y relojes, aunque también colaboró como ingeniero en algunas obras hidráulicas, entre ellas las fuentes de Versalles.

En 1672 Römer auxilia a Cassini, quien estaba de visita en París, en las observaciones de los satélites de Júpiter y sus ocultaciones por éste; algunas discrepancias entre los tiempos de ocultación registrados entre las observaciones de Cassini y las de Römer llevaron a este último a colegir si se debía a la rapidez finita de propagación de la luz. Publica sus resultados el 7 de diciembre de 1676 como Démonstration touchant le mouvement de la lumière trouvé par M. Roemer de l’Académie des sciences. Sería hasta los reportes de James Bradley en 1728 que se aceptarían los resultados del danés, que fueron la primera medición de la rapidez finita de la luz.

X: @durrutydealba

jl/I