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Un México violento
Porque nos la quitaron
Todas las mujeres que estaban en la Casa Territorio ayer por la noche en un encuentro citado por el colectivo Calle Libre de Acoso y la ilustradora Chop Suey, han sufrido acoso varias veces en su vida. Ya sea transitando por la calle, a pie, en coche, en bicicleta o transporte público, de camino al trabajo o a sus casas; de día, de noche, usando jeans, vestidos, minifaldas, faldas largas. Por adultos mayores, jóvenes, adolescentes, adultos… siempre hombres.
El encuentro Café Fanzinero: hablemos del acoso, reunió a al menos veinte personas, mayoría de mujeres, para aprender a identificar las situaciones de acoso y las posibles acciones que se pueden hacer en su contra ya que están tipificados, algunos, como delitos que traen de uno a cuatro años de cárcel y otros una multa económica.
Varias mujeres compartieron en este espacio sus experiencias con el miedo y asco del acoso callejero, creando un espacio libre y seguro donde hablar al respecto.
Citlali Murillo, fundadora de Calle libre de Acoso comenzó la conversación con una charla que hizo sentir el espacio abierto para las terribles experiencias de acoso. “Doy charlas de esto continuamente y aunque es frustrante a veces, sí creo que hemos avanzado”, explicó.
“Esto es algo que podemos cambiar y que al final de cuentas nos va a hacer un bien a todos, hombres y mujeres”.
Dijo que es muy recurrente encontrar oídos sordos ante las denuncias de todas las mujeres, ya que un alto porcentaje de mujeres en todo el mundo y en México han sufrido algún tipo de acoso. “Se sigue haciendo la discusión como si fuera una lucha de sexos, por un lado nos dicen que qué exageradas y que ya no se va a poder ligar y por otro el clásico que no todos los hombres lo hacen”, manifestó Murillo.
Las asistentes encontraron aquí un espacio de diálogo incluso de mofa para quienes siguen poniendo pretextos para normalizar el acoso como una cosa que no se puede cambiar, que es común en los hombres por una especie de instinto incontrolable, que la mujer es quien lo provoca o que simplemente la mujer debe ignorarlo, por violento que sea.
“Mientras señalemos, denunciemos y estemos poniendo responsabilidad a quienes lo merecen, es decir a los que acosan, las cosas pueden cambiar”.
ACCIONES
La charla fue en este sentido y varias mujeres contaron sus estrategias de defensa ante el acoso, señalaron la importancia de elegir las batallas y cuidar su seguridad a pesar de la rabia y la frustración que causan los acosos verbales y, sobre todo, los físicos. Recomendaron hablarlo, actuar de manera inesperada para descolocar al acosador pero en general hacerle ver que lo que hace está mal y que, de hecho, es un delito.
Para los hombres se sugirió hacer un ejercicio cotidiano sobre su masculinidad, escuchar y tener empatía, no solo porque tengan hermanas o madres, sino como un simple acto de empatía de seres humanos. Preguntarse por qué normalizó eso, quién le dijo que estaba bien.
Al final, las mujeres asistentes ilustraron en hojas de papel historias personales sobre el acoso y el hartazgo que les provoca seguir siendo privadas de su libertad de transitar en la calle y el espacio público sin ser violentadas por hombres a cada esquina.
JJ/I