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Los López amparándose
Porque nos la quitaron
Hace unos días tuve la oportunidad de asistir a un restaurante japonés con mi familia, lo que sería algo ordinario si no fuera porque al entrar y ocupar una mesa, el recinto para 200 comensales era atendido sólo por dos personas. Las mesas tenían una pantalla touch para hacer un comanda digital con todas las características y opciones culinarias al gusto de cada quien.
El pedido llegaba hasta la cocina, donde uno podía observar cómo con distintas máquinas automatizadas generaban los alimentos para luego quedar en una caja de entrega bajo la supervisión de un cocinero que no metía las manos. En el restaurante se escuchaba el número del pedido y uno mismo se levantaba para poner a su gusto algunos condimentos.
Al terminar la cena, se volvían a colocar en la misma caja del pedido los utensilios desechables y reciclados para llevarlos a un depósito especial. Entonces apareció el segundo trabajador para hacer la limpieza de la mesa y permitir el acceso a otra familia.
No pude dejar de pensar en la cuarta revolución industrial, con su automatización, Internet en las cosas, inteligencia artificial (IA) aplicada al servicio de alimentos. Calculé los empleos que estaban dejando su lugar: hostess, meseros, garroteros, cocineros, lavaplatos, gerentes, cajeros… Reflexioné sobre cómo la automatización deja a millones de personas sin empleo al ser innecesarias y cómo los países industrializados están cerrando sus fronteras ante el tsunami de la migración sin importar las historias de tragedia de seres humanos que luchan por la sobrevivencia.
Las tres revoluciones industriales anteriores transformaron el empleo, pues el hombre no podía competir contra la fuerza, velocidad y exactitud de las máquinas, pero sí contra los procesos cognitivos. Sin embargo, ahora la IA supera muchos procesos humanos respecto a toma de decisiones, análisis, reconocimiento de patrones, comparación de datos a nivel global… incluso el manejo de emociones, al encontrar que los algoritmos humanos tienen que ver con reacciones bioquímicas que pueden ser calculadas.
Mientras mis hijos cenaban, concluí que no estoy equivocado al pensar que el reto de la educación está en centrar nuestra actividad en la creatividad, la innovación, el emprendimiento, las finanzas, el trabajo colaborativo, el autoaprendizaje continuo, la investigación, la transformación de emociones y sentimientos, la capacidad de adaptación y resiliencia para el logro de la felicidad del ser humano mediante el sustento del autoempleo con negocios atendidos de manera personal con ayuda de la automatización y la IA.
La nueva década traerá grandes retos a la educación y a la transformación de la economía y la sociedad.
jl/I