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El uso político de la pandemia agrede a médicos y enfermeras

Utilizar la actual pandemia para alcanzar objetivos políticos personales o de grupo es una de las más asquerosas, reprobables e inhumanas prácticas de personajes y grupos de poder en México. Equivale a usar el dolor de los enfermos de Covid-19 y pasar por encima de los cientos de muertos que se acumulan. Es la política necrofílica en su máxima perversión. Son los zopilotes que cuentan día a día los cadáveres, no para promover la solidaridad, no para apoyar las soluciones, no para convocar a sumar fuerzas sociales, sino para acumular simpatizantes, presionar a favor de sus intereses y aumentar y negociar espacios de poder.

Es la ruindad política de los ruines políticos, dentro y fuera de los partidos, que en el fondo desean más y más cadáveres para demostrar que tienen la razón en lo que afirman, que las políticas puestas en marcha son totalmente fallidas, mientras encubren que contribuyen a estrategias que persiguen objetivos sórdidos y no a tender lazos firmes para enfrentar como sociedad la pandemia.

Se trata de personajes y grupos que pagan para producir y circular noticias falsas, que distorsionan la información, que llaman a no respetar el aislamiento social ni el confinamiento en las casas. En ese contexto, llamar a no hacer caso a las autoridades sanitarias, como hizo TV Azteca a través de su conductor estrella, es totalmente criticable, ilegal e incluso criminal. Es provocar que mexicanos que siguen a esa televisora minusvaloren las medidas para mitigar la emergencia sanitaria, y contribuir a más muertes. Entre menos personas hagan caso a quienes son los expertos, como el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, y su equipo, aumentará el número de fallecimientos. Es válida la crítica, eso hay que defenderlo siempre, es parte de un derecho humano, y es necesario hacerlo con argumentos, sin estar al servicio de intereses políticos y económicos que se ocultan, que tienen otros fines que no son los de informar con calidad a la población. Desconfiemos de políticos, gobernantes y opinadores lengua larga que no son epidemiólogos. Desinformar en tiempos de pandemia es agrandar la tragedia sanitaria.

Las redes sociales son un campo de guerra que, en medio de los enfermos y muertos por el coronavirus, usan quienes también buscan enfermar y asesinar políticamente a los oponentes, sin importar el precio, sin que interesen vidas humanas. Las campañas que van y vienen son parte de la política tradicional, que entre más se atizan, más siembran dudas, miedos e incertidumbres.

Que las campañas se dirijan a cuestionar con fundamentos la información, visibilizar fallas, transparentar decisiones, ponerlas a debate, es legítimo, es necesario y es parte de la libertad de expresión. Pero cuando por oscuras razones políticas van dirigidas a dañar, insultar o denigrar, agredir a quienes encabezan las medidas por la contingencia sanitaria, a distorsionar, a no situar lo ocurrido con las diversas voces, a no mostrar todo el panorama, a parcializar los hechos, es irresponsable. Personajes y grupos de poder alientan así ataques a médicos y enfermeras, a quienes en primera fila atienden a los enfermos. Lo que hizo TV Azteca equivalió a desde el poder mediático y empresarial arrojar cloro y café a los que arriesgan su vida por sanar a los mexicanos.

Al personal de salud del país hay que excluirlo de la sucia política y los ataques. Son científicos, son profesionales, no son políticos. Ellos, ellas, trabajan en un sistema de salud que está en ruinas, en condiciones riesgosas, desde hace décadas. Las autoridades tienen la obligación de protegerlos y sancionar a los agresores. La negra basura de la política no debe manchar la blanca ropa de médicos y enfermeras. Impidámoslo todos.

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