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Los López amparándose
Porque nos la quitaron
Los últimos dos días de esta interminable pandemia por Covid-19 han sido los más duros en cuanto a la aparición de numerosos casos confirmados y muertes. Ayer, 463 defunciones y 3 mil 463 casos confirmados, y antier hubo 501 muertes y 3 mil 465 nuevos enfermos.
Ésas son malas noticias porque vamos creciendo muy rápido en esta enfermedad, y con los riesgos de alcanzar a países europeos, y más cuando los controles sanitarios se van relajando, pero todavía hay noticias peores: los lángaros de la pandemia.
Poco se habla de ellos, porque quizás da pena dar a conocer historias tristes y a veces abusivas, sobre todo cuando es mejor hablar de las historias de buenas acciones, sin embargo, hay que dejar evidencias de que también sucede lo contrario.
Lo más triste es conocer y darse cuenta que hay quienes buscan aprovecharse de esta situación de emergencia sanitaria para sacar provecho y ganar más dinero, cuando otros apenas lo consiguen para subsistir.
En esta semana me contaron varios casos que no pude olvidar, y quise dar a conocer, porque poco se habla de ellos. Uno es de fotógrafos profesionales, de los que trabajan por su cuenta. Ésta es una de las actividades que se han paralizado, porque las sesiones programadas se han cancelado hasta nuevo aviso; entonces si alguien les ofrece un trabajo en estos tiempos muy difícilmente alguien dirá que no. Y precisamente porque conocen esta situación, los lángaros se aprovechan de la necesidad.
Si un trabajo llega a costar cerca de 10 mil pesos, porque se trata de desarrollar varios productos, sólo les ofrecen 500 o mil pesos porque no puede pagarse más, y ahí duele, pero se entiende que no hay, pero hay otros en que te regatean y señalan que sólo pueden pagar la mitad, pero luego se enteran que el jefe o quien lo contrató cobró su misma tarifa, pero pagó menos sólo para ganar más. En estos casos no hablamos de 10 mil pesos, sino de trabajos con seis cifras, pero que al fotógrafo le pagan una mínima parte.
Otro caso para el absurdo es que, en plena pandemia, un dueño de locales comerciales decide sacar provecho y en vez de ser solidario con las rentas, incluso tolerante, opte por todo lo contrario, subirlas únicamente porque cree que el arrendatario puede pagarlo. ¿A quién se le ocurriría subir la renta en este tiempo? Pues sí, hay quienes quieren sacar tajada de la crisis.
También están los casos de regateo a quienes hacen trabajos manuales, preparan comidas en casa o cuidan enfermos. A ellos les piden bajar sus costos con el pretexto de que no pueden pagarlos, y puede ser que haya algunos que se les ha complicado la situación económica, pero hay otros que simplemente quieren aprovechar pagar menos para ahorrar, sin pensar en sus trabajadores.
Es el caso de las trabajadoras del hogar que les pidieron quedarse en casa, y no porque buscan que no se expongan en el ir y venir a trabajar, sino porque tienen miedo que ellas contagien a la familia, pero las regresan sin pagarles ni un peso. Claro, hay excepciones, pero hoy estamos hablando de generalidades.
O los que piden que hagan las actividades de otra persona que despidieron, y si no se está de acuerdo amenazan con prescindir también de esta persona, porque seguramente habrá alguien más que sí lo hará.
Y los que triplican o cuadriplican los precios de productos básicos, simplemente porque hay escasez tanto de los insumos médicos o de los gustos culposos, y aunque se entiende la ley de la oferta y la demanda, también hay que tener conciencia sobre cómo se está obteniendo ese dinero.
Aquí narramos casos de los lángaros de la pandemia, los que viven a expensas de otros y los que quieren crecer a pesar de ti y que indudablemente tendrán éxito.
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jl/I