INICIO > OPINION
A-  | A  | A+

Congreso mocho

Quizás el adjetivo no les guste mucho, pero les queda como anillo al dedo porque si consultamos lo que dice el diccionario de la Real Academia Española, se refiere a santurrón. 

Así están los diputados locales en cuanto al tema de la legalización del aborto, ni una señal a favor, ni siquiera la intención en simular que lo harían. Y si buscamos el fondo, hay muchas respuestas. 

La marcha de este lunes 28 de septiembre visibilizó a las feministas que defienden este tema porque ellas se han dado cuenta que es la única manera de ponerlo en la discusión pública, de recordarles que no lo dejan olvidado, y lo lograron, porque aquí estamos hablando de ello. Hay otras mujeres que no se animan a marchar, pero están de acuerdo y también hay las que lo rechazan. Y ése es el objetivo: discutir. 

Muchos, quizás demasiados, no estarán de acuerdo en la forma de hacerse notar, de llamar la atención, pero siendo realistas y críticos se ha convertido en la única forma de ser escuchadas, porque ellas mismas dicen que ni las reciben ni escuchan sus manifiestos. Ni las pelan. 

Este tema es muy delicado y complicado, como afirman algunos de los legisladores. Y tienen razón, aun así no pueden evadir su responsabilidad de pronunciarse, de manifestar públicamente cómo piensan y cómo actuarían. En vez de eso, olímpicamente evaden el tema una vez más, una Legislatura más. 

Hay algunos legisladores que están a favor de la legalización del aborto porque consideran que es un derecho humano que tienen las mujeres para decidir sobre su propio cuerpo, una decisión sólo de ellas, pero no se animan a decirlo públicamente; ni siquiera entre ellos mismos porque son criticados. 

Hablar del tema en grabadora también los pone nerviosos y algunos lo eluden. Y de quienes están a favor cuando se les pregunta si presentarían alguna iniciativa para iniciar el proceso legislativo, y así poderla votar, admiten que no lo harán, que sería en vano porque no hay consensos y no hay mayorías. 

Esto evidencia que no se quieren desgastar públicamente y menos si tienen aspiraciones políticas y que les pueda poner en riesgo el cargo al que aspiran; entonces, ¿cuándo se lograrán las mayorías si no se empieza por discutir el tema, aunque quede congelado? 

Nadie se anima a dar el primer paso que es poner la propuesta en papel y presentarla, y decimos nadie porque los que están a favor no quieren hacerlo, y menos los que ni siquiera quieren opinar y evitan que les preguntes del tema. 

Aquí es donde surgen las preguntas: ¿cuántas marchas más se necesitarán cuántas muertes más serán necesarias y cuántas pintas más se deben escribir para que volteen a ver el tema quienes están obligados a hacerlo? 

En esta ciudad los que mandan no están en el gobierno, y es tan notorio que pese a todos los esfuerzos civiles para que se escuche el tema y todos los números negativos de muertes por desconocer la información indispensable serán en vano, porque no hay luz de que se avance en esto. 

La oscuridad es absoluta porque sólo hay que ver en los ejemplos de dos iniciativas que están detenidas: la prohibición de las terapias de reconversión que dañan y lastiman psicológica y físicamente a quienes son obligados a participar, y la ley de identidad de género, la cual se trata de cambiar sus actas de nacimiento y credenciales de elector para personas transgénero y proteger esta información. 

Estos temas se pusieron por escrito, se discutieron en comisiones y se aprobaron, pero están detenidos en el último paso, que es la segunda lectura y podrían ahí quedarse congelados hasta que llegue otra legislatura y lo sepulten de manera definitiva. 

Ya vienen las campañas y seguramente nadie querrá asumir el costo político en caso de aprobarse. El único momento oportuno es hacerlo en este año antes de que empiecen a pedir el voto y haya menos interés y más distracciones. Ojalá me equivoque en mi calificativo. 

[email protected]

jl/I