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Las familias hablan, hay que escucharlas

Somos testigos, a través de los medios de comunicación, de personas desaparecidas desde hace 15 años; las redes sociales develan la búsqueda de muchas personas, entre las que destacan niños, mujeres y adolescentes. Se registran casos públicos de desaparición de niños, mujeres, hombres, desde hijos de empresarios, profesionistas, migrantes, campesinos, deportistas, sacerdotes, policías, militares y funcionarios públicos. 

Jalisco, con 11 mil 267 personas desaparecidas, es el segundo estado con más casos contabilizados en el Registro Nacional de Personas Desaparecidas y No Localizadas. El fenómeno de la desaparición de personas es una preocupación especial en Jalisco, pues la gente no desaparece, la desaparecen. 

Las familias hablan es un documento que integra los testimonios de los colectivos de familiares de personas desaparecidas que elaboraron como respuesta al segundo informe del gobernador de Jalisco. Los integrantes de Por Amor a Ellxs, Entre Cielo y Tierra, Guerreras de Chapala y organizaciones sociales y académicas denuncian que de las tres promesas formuladas por el gobernador: “hablar con la verdad, actuar con responsabilidad y poner a las víctimas en el centro de la atención”, no se sostienen en los hechos. 

Con los testimonios de familiares y de víctimas de desaparición forzada, conocemos la problemática que enfrentan día con día al buscar a sus seres queridos: 

  • No hay búsqueda ni investigación oportuna; la mayoría de las veces son las familias las que con sus propios recursos y poniendo en riesgo su integridad –porque algunas han sido amenazadas-, ellas son quienes aportan las líneas de acción para empezar a buscar y hacen las primeras indagatorias, y cuando llegan con la autoridad los procesos no avanzan. 
  • La burocracia de las fiscalías tanto estatal como federal los revictimiza, pues cuando se acude a denunciar que un familiar ha desaparecido, la autoridad busca un argumento para minimizar el hecho; todavía les dicen que esperen 72 horas, porque seguro aparecerá; si el desaparecido es el esposo les dicen que “seguro ya se fue con otra”; si es el hijo les argumentan que “pues seguro en algo andaba”, y si es hija entonces la primera respuesta es que “se fue con el novio”. 
  • Esta actitud de la burocracia de las áreas de seguridad impide que haya celeridad en iniciar la búsqueda, en abrir una investigación, ya que elementos como los videos de cámaras de vigilancia o el registro de llamadas telefónicas se pierden. 
  • La autoridad cuestiona y regaña a las familias si hacen contacto con medios de comunicación. No hay empatía con el dolor de las familias. 
  • Para quienes viven en las regiones fuera de la Zona Metropolitana de Guadalajara la situación es mucho más complicada, ya que se enfrentan a la nulidad de acciones, especialmente porque la Fiscalía Especializada en Personas Desaparecidas tiene exceso de trabajo y le falta equipamiento, personal especializado y de tecnología, cualquiera, no sólo de punta. 

La Comisión de Búsqueda de Personas Desaparecidas del Estado de Jalico debe ser una herramienta para garantizar los derechos a la verdad, a la justicia, a la reparación integral. 

En el problema de los desaparecidos, no basta con buenas voluntades. La incertidumbre que acompaña a los familiares no desaparecerá de sus vidas, sino hasta que den con el paradero de sus desaparecidos. Los que viven esta experiencia esperan hechos concretos, solidaridad y pronunciamientos que los acompañen en su indignación. 

Como sociedad no podemos conformarnos con esta barbarie de desaparecidos, violencia y asesinatos, no podemos adormecer nuestra consciencia ante los niños y sus derechos, ante los migrantes, y ante las familias de los desaparecidos. 

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jl/I