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Una prueba para la oposición

En las semanas recientes, la forma en la que se ha desarrollado el manejo de la agenda política tiene un centro de gravedad específico, la Presidencia de la República, de forma que los temas de principal discusión se dirigen hacia las aristas que propone el partido en el gobierno. De esa forma, la revocación de mandato y la reforma eléctrica han mantenido una presencia que poco a poco se diluye y surgen nuevos temas como las siguientes propuestas de reformas constitucionales presidenciales, es decir, la Guardia Nacional y la reforma electoral, que son temas que comienzan a cobrar un cierto impulso en la agenda de la vida política nacional. 

A pesar de las especificidades de las reformas, el próximo mes se llevarán a cabo elecciones en seis estados de la república: Aguascalientes, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Tamaulipas y Quintana Roo. La influencia y dominio por regiones de Morena y sus aliados, encontrará una importante prueba de consolidación que hasta el momento no han logrado proyectar con claridad. Hay que recordar que el bastión central de Morena, el de las alcaldías de la Ciudad México, la mitad las perdieron en las elecciones de junio de 2021. El resultado de esas elecciones generó que la Ciudad de México quedase dividida a la mitad; por un lado, con la coalición Morena-PT, y en el otro, por la alianza Partido Revolucionario Institucional (PRI), Partido Acción Nacional (PAN) y Partido de la Revolución Democrática (PRD). 

La operación de la alianza opositora tuvo un papel destacado en el freno a la reforma presidencial del sector eléctrico; sin embargo, la conformación de esa estructura tiene enormes zonas de profundas diferencias que no han logrado establecer una clara línea programática que defina a esa alianza, en su carácter de estructura identificable en el escenario político electoral, para una ciudadanía que, ciertamente, reconoce notoriamente la propuesta del partido en el gobierno pero no con claridad las otras alternativas. 

Hasta este momento, a los partidos de oposición se les puede identificar o por sus propias historias que quedan en la memoria colectiva, o bien, por la denominación de “los enemigos” que reagrupa a todos los actores que no están alineados con las líneas de gobierno. 

Las elecciones del mes próximo constituyen una importante exploración de presentación de oferta política en la que la ciudadanía, meta de todas las políticas de proselitismo en la arena electoral, buscará comprender las propuestas que diferencien la línea oficialista de las alternativas, en caso de que consoliden plataformas que convenzan a los ciudadanos. 

Si bien la aparición reciente de la estructura que va en alianza y vista como bloque opositor, en la reciente fallida reforma en la Cámara de Diputados de la ley energética, finalmente, mostró sin mucha claridad a una estructura de oposición que logró interponer su presencia en el recinto legislativo. Se trató de un momento de particular relevancia en la expresión de negociación parlamentaria pero no se traduce, necesariamente, en una ubicación clara de la oferta frente al electorado. 

Para las elecciones de junio, hasta el momento, las tendencias marcan un avance importante de Morena y sus aliados en cuatro estados, en tanto que, de las seis gubernaturas en juego, el PRI, PAN y PRD van juntos en Aguascalientes, Durango, Hidalgo y Tamaulipas, mientras que, en Oaxaca, PRI y PRD van juntos, PAN por su lado. Por otra parte, en Quintana Roo, PRD y PAN van en alianza y el PRI va solo. 

La construcción de la imagen de alternativa electoral requiere una presencia constante y claridad en los contenidos, no solamente oponerse al discurso oficial, sino a la construcción de una plataforma que tenga claridad y profundidad; es decir, que el trabajo que tienen en perspectiva los opositores, se confronta a cuatro años de construcción de un ideario que, deben tener en cuenta, es el que mejor conocen los ciudadanos. 

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