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Y nuestra autoestima, ¿cómo anda?

Cree en ti con tanta fuerza que el mundo no pueda evitar creer en ti también

Anónimo

 

Para vivir en y enfrentar un contexto nacional tan complejo, violento, competitivo, desigual y con grandes rezagos educativos y culturales, indudablemente es necesario que las personas contemos con una autoestima saludable para poder autocuidarnos, ganarnos la vida, desarrollar relaciones interpersonales satisfactorias y nutricias, contar con la resistencia necesaria que nos permita recuperarnos de las adversidades cotidianas y perseverar en nuestras aspiraciones, amar y ser amados y vivir felizmente.

La autoestima es una necesidad psicológica básica de cualquier persona y esencial para un desarrollo normal y sano.

El psicoterapeuta Nathaniel Branden define a la autoestima como “estar dispuestos a ser conscientes de que somos capaces de ser competentes para enfrentarnos a los desafíos básicos de la vida y de que somos merecedores de felicidad”.

La autoestima está compuesta de dos ideas básicas:

  • Autoeficacia: confianza en nuestra capacidad de pensar, aprender, elegir y tomar las decisiones adecuadas
  • Autorrespeto: confianza en nuestro derecho a ser felices. Confianza en que los logros, el éxito, la amistad, el respeto, el amor y la satisfacción personal son adecuados para nosotros

Lamentablemente, por falta de conocimiento y/o de interés de muchos padres de familia, las y los niños desde pequeños ya viven situaciones que generan una autoestima baja y no saludable: sobreprotección excesiva; inconsistencia en las reglas de conducta: papá da una orden y mamá da una orden contraria, papá no me da permiso, pero mamá sí, y contextos familiares sumamente violentos, rígidos y con escasas muestras de cariño.

Pero también padecen el uso repetido del no: “No hagas eso”, “No vengas tarde” y otros; regaños con alto grado de enojo, con malas palabras y cólera; negligencia de sus padres: no saben si están enfermos, si comen, donde andan, que les preocupa; expectativas excesivas de sus padres; padres y/o madres alcohólicos y/o drogadictos; falta de reconocimiento a sus logros; desconfirmación familiar: nunca les toman en serio, no hacen nada por comprenderles, les hacen pensar que nunca tienen la razón y que deben callar, entre otras.

Lamentablemente, también en las escuelas públicas y en instituciones públicas de salud no cuentan con psicólogos para trabajar de manera especial este tema con las y los niños, adolescentes y sus padres.

Servicios psicológicos públicos federales o estatales de psicoeducación para ello tarde o temprano llegarán, mientras tanto cualquier persona, independientemente de su edad, puede acudir con los psicólogos para fortalecer su autoestima.

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