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Estado laico y mes de la patria

En México, las iglesias son parte de la sociedad civil y necesitamos un Estado laico porque la sociedad no sólo es laica, sino plural y diversa. En este contexto, el presidente Peña Nieto llega a su quinto año de gobierno con sólo 20 por ciento de aprobación en las encuestas, con 80 de rechazo a su gestión presidencial, con dificultades para imponer a su candidato presidencial.

Cuando la iglesia se expresa en bien de la población o critica acciones de gobierno, el Estado argumenta inmediatamente la separación iglesia-Estado.

Los ciudadanos y las iglesias observan que la propaganda previa al informe magnifica las cifras y los resultados en empleo, en la inversión en infraestructura de salud, así como obra pública y social. Para la gente, el México feliz de Peña Nieto sólo existe en la televisión.

México es el único país donde el caso de la petrolera Odebrecht sigue en impunidad. Este caso de corrupción se oculta, se tapa y se niega ante la sospecha de que 10 millones de dólares en sobornos de la petrolera arroparon la campaña electoral del entonces candidato Peña Nieto.

Por otra parte, el 8 de septiembre inicia oficialmente el proceso electoral 2018 y el INE debe marcar claramente su autoridad, prohibiendo la publicidad pagada de aspirantes a candidatos y un reglamento estricto que impida el uso de programas sociales, tarjetas monetarias y de prepago. Es la única manera de tener credibilidad y de ser un árbitro electoral con decisión y fuerza.

Cuando la iglesia alza la voz y dice ¡alto a los corruptos!, el Estado vuelca su maquinaria ideológica para acallar y minimizar las voces de los ciudadanos que se comprometen socialmente por su fe.

Para la iglesia, las cifras récord de 12 mil 155 asesinatos en lo que va de enero a junio, más lo acumulado en el sexenio, es un saldo muy negativo en este penúltimo informe de gobierno.

Ha aumentado la cifra de sacerdotes asesinados de los últimos 25 años. Desde la muerte del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo se contabilizan 66 sacerdotes asesinados, es decir, México se convierte por noveno año consecutivo en el país número uno de Latinoamérica en muertes de sacerdotes, por lo tanto es un país peligroso para ejercer el sacerdocio. La mayoría han sido muertes ocasionadas por grupos involucrados en el narcotráfico y algunas a manos del crimen organizado. En el período de Felipe Calderón fueron 17 las muertes. En lo que va del sexenio llevamos 18.

Existen limitaciones ciertas al ejercicio de la libertad religiosa y se presenta un ambiente de persecución de baja intensidad. No es culpa del Estado laico como tal, sino de quienes lo manipulan para favorecer su agenda contra los cristianos.

Un auténtico Estado laico no debe oponerse a ninguna religión ni poner límites a los derechos de los ciudadanos que se identifican con alguna iglesia. Para el investigador Jorge Traslosheros, de la UNAM, “un auténtico Estado laico, para subsistir y desarrollarse, necesita de un régimen democrático y el respeto a los derechos humanos, entre ellos la libertad de religión”, y señala que esta libertad no es una concesión del Estado, sino un derecho humano fundamental cuyo ejercicio pertenece única y exclusivamente al ciudadano. Al Estado le corresponde respetarlo, protegerlo y promoverlo, como debe hacerlo con los demás derechos.

La necesidad de los políticos por controlar a los ciudadanos y a las iglesias sólo puede ser contrarrestada por una sociedad civil fuerte. Sin esto no hay futuro para la democracia en México, por eso la defensa de la familia no es un asunto de moralistas de café, sino una condición necesaria para el sano desarrollo integral de las personas y la sociedad.

En México, el Estado laico es condición necesaria de nuestra libertad como cristianos y ciudadanos. Algunos de los héroes que nos dieron patria eran sacerdotes, eran creyentes y quería ser ciudadanos en una nueva patria forjada por ellos.

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JJ/I