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Cumplir promesas es honorabilidad

A mayor sea la falta, mayor tiempo para aplicar la consecuencia, el castigo.

No se debe prometer algo que luego no se cumplirá. Es esencial cumplir cualquier compromiso que se hace a nuestros hijos o alumnos, pues de lo contrario estaremos estableciendo una mala educación, un mal ejemplo que luego ellos mismos seguirán y que, adicionalmente, provocará una falta de respeto hacia nuestra autoridad y una falta de credibilidad.

No se debe mentir ni engañar a un niño o un joven con tal de salir de situaciones incómodas momentáneamente. Compromiso es cumplir una promesa logrando fidelidad, lealtad y temor, en el sentido de tener la certeza de que habrá una consecuencia inamovible y, por otro lado, a la autoridad le dará gran reputación.

Un educador debe saber controlar sus impulsos en momentos de enojo o cometerá errores. Debe saber actuar con serenidad, prudencia y respeto, sin dañar la integridad de quienes educa, evitando los gritos, las ofensas, los aspavientos y las gesticulaciones agravantes, que finalmente demuestran la propia inseguridad.

Ante los hijos, los alumnos e incluso nuestros subalternos, la palabra de la autoridad tiene un peso específico que define personalidad, carácter y honorabilidad.

Así como un padre pierde la autoridad cuando no cumple promesas, lo mismo ocurre con una institución educativa y con un país cuyos políticos no cumplen sus promesas de campaña.

Ahora que estamos en tiempos electorales, vemos con tristeza la desilusión que ha generado entre la ciudadanía, ver que quienes intentan representarla le han mentido, le han fallado, le han faltado al respeto.

Por eso a nadie le interesa conocer los programas y planes de trabajo de los candidatos. Ya no se cree en la mejora de la educación, la seguridad y la salud.

Lo mismo ocurre con las autoridades policiacas a quienes nadie teme o respeta, pues saben que siempre habrá manera de darle la vuelta a cualquier consecuencia.

Es preocupante que en nuestro país creer en la palabra sea sinónimo de ignorancia, ingenuidad o estupidez cuando en las sociedades orientales la palabra empeñada es el honor de una familia.

Evaluemos si cada uno de nosotros cumplimos nuestra palabra a los hijos, los alumnos, los colaboradores y evaluemos lo que los partidos han cumplido en los últimos años durante su gestión y gobernanza.

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@Saucedodlallata

JJ/I