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Alianza estratégica de la 4T 

Donde está tu dinero, ahí está tu corazón 

 

En 2018 se definieron tres zonas económicas especiales (ZEE): el Corredor Industrial Interoceánico, en el istmo de Tehuantepec, que conectará al Pacífico con el golfo de México, puerto Chiapas y puerto Lázaro Cárdenas, que beneficiaría a municipios colindantes de Michoacán y Guerrero. Una zona económica especial es un “área en la que se ofrece un marco regulatorio e incentivos especiales para atraer a empresas y generar empleos de calidad”. 

Las ZEE estarán incluidas entre los 15 proyectos del Plan Nacional de Infraestructura que AMLO anunciará el 26 de noviembre, para los que se prevé una inversión inicial de 158 mil millones de pesos. El corredor transoceánico y el tren maya son ahora prioridad. En una etapa posterior, sumarán un total de 60 proyectos. 

La apuesta inicial del plan de infraestructura va apuntando al desarrollo de proyectos con inversión privada en concesiones de carreteras, desarrollo de zonas portuarias y aeropuertos. En una segunda fase, los proyectos tendrán inversión público-privada y en la etapa final, que concluirá en 2023, la inversión principal será pública. 

No cabe duda que se necesita incrementar y mejorar la infraestructura en el país, particularmente en las denominadas zonas especiales; se trata de inversiones que perduran más allá de un sexenio, que deberían detonar o mejorar la dinámica económica de las regiones beneficiadas y del país entero. Además, durante su fase inicial, generarán muchos empleos. 

Adivínele, esos proyectos necesitan el impulso del gobierno, pero también de las aportaciones de inversionistas privados. Para nadie es un secreto que uno de los principales inversionistas de este país es Carlos Slim. 

El lunes pasado Slim recibió el premio nacional de ingeniería de manos del presidente López Obrador. Como criterio básico, dicho premio debería otorgarse a quienes hayan realizado alguna aportación singular en su especialidad, que contribuya al desarrollo de la ciencia o campo disciplinar y beneficie a México. 

¿Qué méritos tiene Slim para merecer dicho premio? O para ser claros: a Slim se le podría otorgar un premio nacional por ser mejor y más astuto inversionista que, obviamente, no da paso sin huarache y obtiene jugosas ganancias de sus generosas aportaciones, ¿pero de ingeniería? Queda muy claro que otorgar el premio al presidente del grupo Carso es un buen incentivo para que invierta en proyectos estratégicos, pues, aunque le sobre el dinero, los honores y el reconocimiento social incrementan su ego, su prestigio y obviamente su patrimonio. 

Ahí, Andrés Manuel López Obrador mostró su colmillo político, al tiempo que asegura la mejor disposición del líder empresarial para aportar capital y sus buenas relaciones con otros inversionistas para que sigan su ejemplo. Más allá de juzgar al presidente, esos gestos de deferencia son en extremo ambiguos para un gobernante que se jacta de actuar con transparencia y de combatir toda forma de corrupción. 

Aunque las obras importantes se sometan a licitaciones y concursos, quién cree usted que las ganará, simplemente por la capacidad que sus empresas tienen y porque en la Ciudad de México han demostrado que hasta para un gobierno que se precie de izquierda, la alianza estratégica con los principales inversionistas privados resulta conveniente y abona a una mejor calificación en la gestión y desempeño del gobierno. Una alianza estratégica muy conveniente para las partes. 

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