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Pensamiento, salud y ADN

Está comprobado que los pensamientos positivos generan hormonas que proporcionan salud y que lo contrario genera enfermedades que llevan a la muerte; por lo tanto, padres y maestros debemos enseñar a generar pensamientos positivos, pues es un tema de salud. 

Los pensamientos no se esfuman, se consolidan en reacciones químicas que influyen en el estado del cuerpo y tan es así que una persona que piensa en estar triste, deprimida o ansiosa termina por sentirse físicamente enferma. Una persona que tiene pensamientos de alegría, entusiasmo o euforia logra hacer que su cuerpo se sienta sano y lleno de energía. 

Nuestros sentidos estimulan los neurotransmisores, neuropéptidos que provocan hormonas que hacen reaccionar al cuerpo de acuerdo a recuerdos y experiencias. Una simple explicación es la reacción que ocurre cuando vemos un estereotipo de quien nos gusta de acuerdo a un genotipo aprendido. Una persona a quien le gustan los afrodescendientes tiene pensamientos de atracción cuando observa a una bella mulata o a un guapo mulato y, sin embargo, una persona cuyo pensamiento se enfoca en un asiático no tendrá pensamientos atrayentes. 

Lo mismo ocurre con cada pensamiento en glándulas pituitarias, tiroideas, suprarrenales o digestivas, entre otras. Un alimento que aprendiste que era sabroso te generará deseo de comerlo, pero si nunca viviste la experiencia de su sabor, no te apetecerá. 

Los pensamientos no se esfuman, se convierten en reacciones químicas que se vuelven adictivas al éxito, a la alegría, al triunfo, al reto y lo mismo ocurre con el sufrimiento, la ira, el celo, la desconfianza, la autocompasión, la ansiedad. El ser humano tiene un cerebro tan poderoso capaz de recordar y revivir eventos de manera fidedigna. Con los años, las dosis de sustancias químicas para sufrir o huir, justificar o pelear se vuelven necesarias y el hipotálamo se encarga de su suministro, generando pensamientos destructivos para producir lo necesario. 

Un ser humano que se formó y educó para tener pensamientos positivos de trabajo, responsabilidad, lucha, alegría, entusiasmo, confianza, armonía y paz generará adicción a sustancias químicas que lo hagan sentir sanamente bien. Cuando dichas sustancias escasean, entonces el hipotálamo se pondrá a chambear arduamente para generar pensamientos excitantes que pongan en el torrente sanguíneo neuropéptidos que generen hormonas para satisfacer la necesidad de estar bien. 

Todavía más importante es saber que un estado mental permanente genera cambios en la expresión genética del ADN. Esto se entiende como tener un foco de 100 watts cuyo voltaje es bajo y provoca poca luminosidad o bien alto voltaje con alta luminosidad. La expresión genética provoca cambios hereditarios en el ADN. Enseñar a los hijos y a nuestros alumnos a ser responsables de nuestro estado mental positivo es un asunto de salud, pues 95 por ciento de las enfermedades, incluyendo ansiedad, depresión y suicidio, dependen del estado de expresión genética provocado por nuestros pensamientos más allá del éxito físico, social, económico y familiar que todos deseamos para nuestros hijos. 

jl/I