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Los López amparándose
Porque nos la quitaron
Ya todo es electoral y las distracciones están a la orden del día. No hay ninguna duda de este fenómeno porque la evidencia más clara son los palacios de gobierno vacíos porque sus moradores están en actividades “inherentes a su cargo” o “fuera de oficina”, como suelen justificarse.
El proceso electoral arrancó tanto a nivel federal como local, lo que provoca que los actuales funcionarios públicos, sobre todo de elección popular, incumplan sus funciones o hagan sus tareas a medias. A veces acuden a las sesiones de comisión, a veces entregan sus propuestas o a veces atienden a la gente.
Si el ritmo de trabajo era flojo, ahora ha disminuido mucho más; en el caso de los diputados locales se refleja en que realizan menos comisiones, al igual que los ayuntamientos.
Los edificios se ven desiertos; tanto en salas de diputados como en oficinas de regidores de Guadalajara sólo están las secretarias y, en ocasiones, los asesores.
Otro factor que influye en el caso de los diputados es la presentación de sus informes de actividades; como ahora es el preámbulo del destape para alguna aspiración política son más cuidadosos para tener el impacto que desean y se ausentan más para prepararse.
La asistencia de ellos en esta semana se contabiliza con los dedos de las dos manos y sobran porque no siempre acuden todos o solo de entrada por salida.
En el caso del Ayuntamiento de Guadalajara, también los regidores se ausentan frecuentemente y dejan al personal de sus oficinas que atienda a quienes van a preguntar por ellos, porque andan en otras actividades.
La justificación que siempre dan es que no son empleados de reloj checador; que ellos trabajan las 24 horas del día, pero la verdad si se revisan las redes sociales, andan en actividades partidistas, recreativas, de convivencia o hasta personales.
Tampoco hay indicadores para medir su trabajo o la productividad porque ni ellos mismos se quieren poner un lazo al cuello acordando estas mediciones, y las pocas que hacen universidades u observatorios no reflejan la realidad porque se basan solamente en documentos presentados de iniciativas propuestas y no de la calidad de las mismas o el tiempo que les dedican.
Otro argumento que dan estos funcionarios es que atienden a muchas personas y que la gestión es parte de sus actividades y responsabilidades. Y aquí sí le invierten mucho tiempo porque andan consiguiendo votos, porque si se tratara de buscar siempre ayudar a los demás, todos tendrían una cola interminable de personas esperándolos en sus oficinas porque se correría la voz de su pronta solución y apoyo.
Las campañas no han arrancado, pero estos personajes políticos ya suman muchas horas de calle y de café para sus intereses políticos, sobre todo en las últimas semanas.
Además es notorio que usan el personal contratado con recursos públicos para sus fines personales. Hay muchos empleados, tanto de base como supernumerarios, que se dedican a las actividades partidistas de sus jefes dentro y fuera del horario laboral y que no pueden decir que no porque les deben el trabajo que tienen y se los pueden quitar con la mano en la cintura o porque buscan en el futuro escalar de posición o aprender algo nuevo.
La línea es tan delgada que ellos mismos no tratan de dibujarla con claridad; al revés juegan al borde de la misma justificando todas sus acciones y hasta señalando que no deben nada y usando los recursos públicos humanos y materiales para su conveniencia.
Estas distracciones electorales no son locales; tenemos el ejemplo nacional.
Tendríamos que ser exigentes con ellos y pedirles resultados evidentes, como eliminar el rezago en la dictaminación y la congeladora legislativa.
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jl/I