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Nuevas prácticas en odres viejos

Platón en sus Diálogos establece que “la madurez comienza a los 60 años”. Un gran número de artistas, pintores, inventores, empresarios o deportistas empezaron a destacar en sus carreras a edades maduras.

Don Miguel Hidalgo, por ejemplo, inicia la lucha por la Independencia a sus 58 bien vividos años. El nobel José Saramago se conoció como escritor a los 60 años. En 1982 con Memorial del Convento empieza su consagración como escritor. La Academia Sueca le concedió el galardón a los 76 años, 16 años después de iniciar su obra literaria.

El cubismo de Pablo Picasso tuvo pleno reconocimiento cuando él tenía 65 años, a mediados de los años 40, después de la Segunda Guerra Mundial. Miguel de Cervantes publica la primera parte del Quijote de la Mancha a los 58 años.

En las sociedades antiguas ser anciano era sinónimo de ser sabio, por aquello de la sabiduría que proveen los años vividos y la experiencia. El papa Francisco señala que los ancianos son una riqueza y que no se pueden ignorar, “porque esta civilización seguirá adelante sólo si sabe respetar su sensatez y su sabiduría”.

La mayoría de los integrantes del gabinete de López Obrador pertenece a la población de adultos mayores, que en México son 12 millones 973 mil 411 personas de 60 y más años, de acuerdo con estimaciones del Consejo Nacional de Población. De los ocho hombres y las ocho mujeres que lo integran, el mayor tiene 80 años y la menor tiene 30. Hacen un promedio de 58 años.

Está en formación este nuevo gobierno y la construcción de otro régimen político. La contundencia del triunfo electoral y la necesidad de habitar el espacio público entre el 1 de julio y el 1 de diciembre han llevado a Andrés Manuel López Obrador, candidato electo y próximo presidente, a poner en marcha una nueva república.

Tenemos así la propuesta de otro modelo educativo, de otra reforma energética, de otra organización del gobierno federal en relación a los estados de la República, de otra estructura en seguridad pública con la vuelta a la SSP, autosuficiencia alimentaria, nacionalismo, austeridad republicana y muchos etcéteras más que se resumen en “la cuarta refundación del país”, como lo ha expresado el futuro presidente.

En el oficio de gobernar la primera semana fue para los abrazos con los adversarios, en estos últimos días llegaron las propuestas de reforma para terminar con los privilegios e instalar la República de la Austeridad y las consultas sobre seguridad y el nuevo aeropuerto.

En suma ha generado muchas expectativas y dudas, pero este nuevo gabinete sabe que no habrá cuarta transformación sin estado de derecho, que no habrá procuración de justicia sin fiscalías capaces, honestas y autónomas. No habrá impartición de justicia sin jueces, magistrados y ministros preparados, probos e independientes. Esperemos que este nuevo gabinete sepa muy bien que no habrá un buen gobierno sin un presidente apto, honorable y respetuoso de la división de poderes.

Pues cabe preguntarnos: ¿estos integrantes del gabinete van a tener libertad de criterio o serán feligreses obedientes a lo que diga el presidente? ¿Cuál será la prioridad: el bien del país o los deseos del presidente?

Una gran mayoría de los ciudadanos de México votó por este nuevo gobierno; las expectativas están muy altas y el reto para este gobierno entrante es cumplir con las promesas hechas. Para el bien del país esperamos que las cumplan. De otra manera, será una gran decepción para el pueblo de México, que una vez más confió en los políticos y le vuelven a dar la espalda por la ambición del poder, sobre todo de aquellos jóvenes que apoyaron con su voto al nuevo gobierno en espera de respuestas a su presente lleno de incertidumbres y a su futuro lleno de promesas.

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