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¿Qué sistema económico somos?

Democráticamente, 30 millones de mexicanos elegimos un gobierno de izquierda; han pasado cuatro meses desde entonces, el 1 de diciembre tendremos un nuevo sistema económico por lo que es tiempo de que universidades, escuelas, familias y empresas entendamos las implicaciones que tendrá dicha decisión, más allá de cualquier preferencia política o partidaria.

Después de la conquista y el mestizaje entre españoles y nativos, tras la independencia llevada por los criollos, surgieron terratenientes, caciques y caudillos que generaron una oligarquía donde el poder ha estado en pocas familias poderosas de una clase privilegiada y una estructura política con restricciones socioeconómicas, culturales y raciales.

La revolución mexicana seguida de asesinatos de líderes como Villa, Zapata, Carranza, Obregón queda a deber cambios que 100 años después seguimos cuestionando a pesar de las organizaciones gubernamentales, la institucionalidad de los partidos y los cambios democráticos recientes. Adeuda la expropiación de la tierra para hacerla producir por los ejidos, la calidad de la educación, la validez de los sindicatos como organismos que regulen las relaciones obrero–patronales para lograr el progreso de todos los miembros de una empresa pública o privada, la defensa de la mujer, los niños, los migrantes y los llamados sectores minoritarios.

La movilidad socioeconómica sigue siendo lenta, la seguridad social deja que desear, la violencia está presente, no hay equidad de género, los valores cívicos escasean y muchos hogares siguen sin servicios mínimos como agua, drenaje y energía. Avanzamos pero no en proporción a las naciones de primer mundo por lo que el positivismo, liberalismo, capitalismo, neoliberalismo dejaron de ser opción de la mayoría.

Quienes llevamos el liderazgo de las organizaciones debemos entender y colaborar los siguientes seis años con la decisión de una mayoría y buscar juntos el progreso en lugar de una resistencia a la edificación de una forma diferente de gobierno y economía que nos lleve a un crecimiento per cápita de dos cifras. Eliminar la corrupción, la impunidad y la opacidad, mejorar la educación, la salud, la seguridad y la competencia industrial, mediante ingresos que permitan a los mexicanos ser prósperos y estables económicamente ante el mundo, a base del esfuerzo de todos en una revolución 4.0 donde la tecnología será actor imprescindible. Habrá que estudiar las reglas que se darán para conciliar a empresarios nacionales e inversión extranjera sin seguir concentrando el dinero en los ya ricos, ni compartir el poder convenencieramente para lograr el proyecto de nación que es en lo que todos coincidimos en el discurso.

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@Saucedodlallata

JJ/I