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Debates sin el formato del 'spot'

El spot por lo regular presenta a candidatos que leen su discurso. La pregunta es por qué les cuesta soltar su discurso hecho y que leen muchas veces mal, en pantallas de teleprompter. Ciertamente el debate exhibe a los candidatos, sus capacidades y sus conocimientos, pero en realidad les cuesta salir de su zona de confort, donde no hay enfrentamiento, no hay debate y menos acercamiento personal.

Nuestros debates en México vuelven a los candidatos de cartón; por lo general son rondas de dos minutos de varios candidatos, que no los acerca a los votantes, ni deja ver propuestas concretas; y no tienen movilidad ni comunicación corporal. Son debates no amigables con los ciudadanos, y son muy bien aprovechados para reeditar la guerra sucia, de machismo político, en lugar de comunicarse con los votantes aún indecisos con propuestas de valor.

Los debates deben ir más allá de los lugares comunes, como garantizar la exposición de ideas, cuidar la equidad y particularmente se debe concretar la modificación del formato; en concreto, sobre las formas de participación de los candidatos y de las características técnicas de la cobertura en medios de comunicación. Los ciudadanos aplaudiremos una modificación radical del formato rígido de los debates.

En el corazón de los debates debe estar presente la agenda de los ciudadanos.

La corrupción generalizada y la impunidad sistemática son causa y fuente de muchas violencias, como la pobreza, el desempleo, la inseguridad, la delincuencia organizada y la no organizada.

Los ciudadanos quieren ver en los debates una luz al final del túnel, esto es, propuestas claras y realistas para el combate a la corrupción y a la impunidad, el problema de la seguridad, la salud, la migración, la pobreza endémica, las reformas estructurales para la microeconomía, el empleo, las pensiones y el modelo económico. Que los candidatos dispongan de tiempo suficiente para todos los temas, y que varios periodistas puedan cuestionar las propuestas.

Por otra parte, el intercambio directo entre los candidatos no debería exceder de los 5 minutos, pues el debate no es sólo entre ellos, sino ante la sociedad. Sabemos que serán los más tensos y agresivos, pero no se comerán todo el tiempo del debate.

El nuevo formato debe establecer la intervención de periodistas que formulen las preguntas sobre los temas previamente acordados. La participación del periodista no debe limitarse a moderar el encuentro, en cuanto a vigilar los tiempos y conceder el turno de la palabra, muy acostumbrado en los debates anteriores. Los periodistas se deben convertir en protagonistas, pues sus cuestionamientos no deberán ser domesticados, sino incisivos, y no permitirán a los candidatos salirse de los temas por la tangente.

La cobertura informativa de los medios de comunicación no deberá ser la banalización de los debates. A los ciudadanos no nos interesa el tamaño de la falda de las edecanes ni se deben proclamar vencedores de los debates. Los únicos ganadores son los ciudadanos, la opinión pública. La construcción democrática se logra con la resonancia de los temas de mayor controversia durante el debate.

Por lo tanto, el enfoque de las preguntas deberá dirigirse a los aspectos más débiles o inconsistentes de las propuestas de los candidatos. Los ciudadanos saldremos ganando, pues el resultado puede ser un ejercicio muy positivo para motivar la participación ciudadana y vencer el alto abstencionismo en los procesos electorales mexicanos.

Los ciudadanos tendremos así más elementos para sustentar nuestro voto. En este proceso electoral se observa que se están movilizando grandes sectores del país que antes no lo hacían, entre ellos organizaciones civiles, sectores populares, empresarios y ciudadanos comunes. En los debates, los ciudadanos queremos ver un nuevo proyecto de nación.

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JJ/I