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Detrás del trabajo de los periodistas 

Es posible que algunas de las personas que leen las noticias todos los días no sepan cómo se produce la información ni qué hay detrás del trabajo de los periodistas. Así que tomaré este espacio para hablar un poco sobre el tema. 

Somos miles de reporteras y reporteros escribiendo sobre México, dentro del país o fuera de éste. Algunos somos trabajadores independientes sin salario fijo, seguro médico, vacaciones pagadas, prestaciones o aguinaldo. Otros ejercen para medios de comunicación con subcontratos, también sin prestaciones y sin derecho a acumular antigüedad. Unos más tienen planta, es probable que ganen mejor y eso les permita tener un automóvil propio sin muchas complicaciones o incluso una casa a su nombre. Son contados los periodistas que pueden llevar una vida tranquila sin preocupación por su situación salarial. 

Hay quienes trabajan en zonas con mucho riesgo –casi todo el país–, sin seguro de vida y sin una capacitación de autocuidado y seguridad. Hay quienes, además de ese peligro, con la pandemia del coronavirus han estado más vulnerables; hay quienes han fallecido. 

Mientras escribo esto recordé a un compañero de Mural. Se llamaba Francisco Rentería, era bailador, alegre, buen editor de locales y un gran reportero. Nunca dejó de hacer chamba en calle hasta que perdió la vida. Los jefes del diario lo enviaron a una cobertura a los Altos de Jalisco, una zona que conocía bien porque era originario de ahí, y de regreso a Guadalajara, en la carretera Teocaltiche-Aguascalientes, su automóvil se estrelló. Quienes encontraron su cuerpo nos dijeron que en una mano tenía apretada con fuerza una hoja, hecha puño, una hoja de su cuaderno de reportería con anotaciones de la cobertura que había realizado. 

Pienso en los colegas que siguen ganando 40 pesos la nota comisionada en ciertas regiones del país. En los colegas que no reciben más de 6 mil pesos por mes y trabajan sin descanso. En todas las compañeras y compañeros que se han ido quedando sin empleo porque el modelo de negocio a base de publicidad está agotado. 

Tengo siempre presente a Karina Cancino, colega y amiga que trabaja en Nayarit como reportera, otra gran periodista. Mamá soltera, proveedora única de su hogar. Desde que era chiquito su hijo la ha acompañado a diferentes coberturas. Un día Karina me contó que en una entrevista con un funcionario de alto cargo su hijo interrumpió para decirle al funcionario: “Oiga, eso es mentira, eso le dijo a mi mamá el año pasado”. 

Durante la pandemia su hijo no ha tenido escuela presencial y ella ha tenido que cuidarlo mientras hace sus notas. Es una reportera que se ha especializado en cobertura de violencia, que incluye temas de desaparición forzada por parte de agentes estatales, temas que la dejan en riesgo no solo a ella. Es una reportera llena de ideas y de proyectos periodísticos, pero muchas veces no tiene los recursos ni el tiempo para desarrollarlos. Además de hacer periodismo, Karina hace unas gelatinas maravillosas, con decoraciones asombrosas; con lo que vende, puede solventar otros gastos que no le da esta profesión. 

Cuando gobiernos como el de Enrique Alfaro en Jalisco o como el gobierno federal de Andrés Manuel López Obrador atacan a la prensa, pienso en ellas y ellos. En que si seguimos en este oficio es por pura terquedad o quizá porque no sabemos hacer otra cosa. 

Poco hablamos de cómo hacemos nuestro trabajo y las audiencias tendrían que estar más enteradas sobre nuestros procesos de reporteo. Hacemos periodismo porque queremos, porque nos gusta, porque en verdad creemos que es importante para la vida democrática, porque creemos que la sociedad nos necesita y nosotros necesitamos de ella. 

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