En el marco de la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, Amnistía Internacional presentó en varias locaciones de nuestra ciudad el informe ‘Desaparecer otra vez. Violencias y afectaciones que enfrentan las mujeres buscadoras en México’. Este documento tiene como base 600 testimonios de mujeres buscadoras, quienes compartieron las principales violencias y los impactos que se enfrentan al llevar a cabo la búsqueda de sus seres queridos.
La relevancia de este informe es fundamental para entender el horror cotidiano que viven estas mujeres, en un contexto donde la desaparición incrementa día con día. Hasta el 7 de diciembre de este año, el registro nacional de personas desaparecidas y no localizadas señala que a nivel nacional tenemos 133 mil 480 personas desaparecidas y no localizadas. Por su parte, en el mismo periodo, el estado Jalisco contabiliza un total de 15 mil 983 personas desaparecidas y no localizadas, de acuerdo con el registro estatal.
En un escenario de impunidad casi absoluta en las investigaciones, aunadas las omisiones por parte del Estado mexicano en sus tres órdenes de gobierno. Son las madres, esposas, hermanas e hijas de personas desaparecidas quienes transforman su dolor en un motor de búsqueda. Sin embargo, 97 por ciento de las entrevistadas enfrentó algún tipo de violencia y afectaciones derivadas de su labor de búsqueda.
El informe señala tres rubros. El primero, “violencia letal y riesgos a la seguridad”, donde se documentó que 16 mujeres buscadoras fueron asesinadas (2011-2024). Además 45 por ciento de ellas fueron amenazadas, 39 por ciento padecieron extorsión, 14 por ciento sufrieron lesiones, 10 por ciento fueron torturadas y 6 por ciento vivieron un secuestro, aunado a los casos de buscadoras acusadas falsamente de delitos, como portación de armas o incluso indiciadas en las carpetas de investigación de sus propios familiares.
El segundo rubro, “violencia institucional y revictimización”, entendida como aquellos actos y omisiones de los servidores públicos que obstaculizan el acceso a la justicia. Aquí las mujeres buscadoras relatan algunos comentarios estigmatizantes por parte de la autoridad como “no lo cuidaste bien” o “tú vivías con él, sabes en qué andaba” reafirmando estereotipos de género que asumen que los cuidados son exclusivos de las mujeres.
Y finalmente, “afectaciones psicosociales de salud y económicas”, donde el 79 por ciento de las buscadoras afrontó un problema de salud. Entre algunos mencionados son, deterioro en su salud física (70 por ciento), depresión (73), insomnio (72), pérdida de apetito (67) miedo constante (69). Finalmente, 66 por ciento de las mujeres buscadoras sufrieron un menoscabo en su economía familiar, ya sea porque la persona desaparecida era el principal sostén familiar o porque tuvieron que abandonar sus empleos para dedicarse por completo a la búsqueda.
El informe cierra con recomendaciones a distintas instancias de gobierno. En particular, el reconocimiento de la magnitud de delito, la eliminación de las barreras discriminatorias hacia las buscadoras y su reconocimiento como defensoras de derechos humanos, además de la generación de políticas transversales para atender la desaparición forzada de personas, entre otras.
En un entorno desolador, las mujeres buscadoras en México son ejemplo de resiliencia frente a la indiferencia, incapacidad, negligencia y colusión de un Estado que les ha fallado repetidamente. Cada búsqueda, investigación forense y acción jurídica que realizan reafirman las palabras del poeta Javier Sicilia: “Son la reserva moral de este país”.
*Director del Centro Universitario por la Dignidad y la Justicia Francisco Suárez del ITESO; académico del CUDJ-ITESO
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