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Marcha por los desaparecidos

Aún no eran las 8 de la mañana del domingo 16 de julio y poco a poco se fueron congregando muchas personas de todas las edades, más mujeres que hombres como ahora es común. La mayoría vestía de blanco. Sus rostros reflejan tristeza y no pocas con ojos a punto del llanto. Luego, ya en la marcha, sus voces manifestaron rabia, molestia y mucho enojo. Así, la Glorieta de los Desaparecidos, antes de los Niños Héroes, se fue vistiendo de blanco y de mantas con fotos de mujeres y hombres que en Jalisco han sido desaparecidos durante este gobierno y otros anteriores igual de insensibles. Son tantos que la base del monumento ya es insuficiente para colocar todas las fotos. ¿De qué tamaño tendría que ser el muro para que quepan todas sus fotos?

En espera de que se diera la voz de arranque, los familiares de los desaparecidos, buena parte de ellos agrupados y portando camisetas u otro distintivo que alude al nombre del colectivo de pertenencia, empezaron a gritar sus consignas encendiendo el ánimo de la protesta y para llamar la atención de los múltiples periodistas que se hicieron presentes. Durante esos momentos previos, algunas madres se toman fotos al lado de la foto de su hija o hijo desaparecidos que ellas mismas, en otro momento, pegaron en la glorieta.

Con cierta puntualidad se dio la voz de arranque. En ese momento los agentes de vialidad, así como las policías femeninas y masculinos empezaron también a movilizarse, aunque sin muchas ganas de ayudar al buen desarrollo de la protesta.

Ya con un contingente significativo, que se fue engrosando en el transcurso, la marcha inició por Chapultepec de sur a norte hasta su cruce con la avenida Vallarta. Y ahí se dio la primera tensión. Era domingo de vía interactiva y por ello esta vialidad es ocupada por ciclistas y personas que aprovechan para correr o caminar. Sin dudarlo un segundo la marcha intervino la vía interactiva haciendo que los ciclistas tuvieran que proseguir su ruta por las banquetas.

Dos bicipolicías intentaron convencer a los manifestantes que no tomaran todos los carriles de la avenida y, además, decían, que, por reglamento, no era posible que en domingo el coche que iba en la descubierta de la marcha circulara por la avenida. Hubo gritos y jaloneos amenazantes de estos policías, pero, al final, dada la firmeza de los manifestantes optaron por retirarse, aunque no de buen grado. En tanto, dos mujeres policías viales que acompañaban a la marcha, en ningún momento se hicieron cargo de ir cerrando el tráfico vehicular en las bocacalles de las avenidas por donde transitó la marcha, y mucho menos para indicar a tiempo a los participantes de la vía interactiva que hicieran un alto momentáneo mientras pasaba la marcha. Quizá no descartaban una confrontación entre ciclistas y manifestantes.

A las 9:50 de la mañana, cuando la marcha cruzaba la calle Enrique Díaz de León, el Sol ya calaba, pero los manifestantes nunca menguaron en su ánimo. En ningún momento dejaron de gritar sus consignas. Algunas de ellas con dedicatoria especial, y bien merecida, para Enrique Alfaro. Así, el contingente llegó a su destino, el palacio de gobierno, que como es común en esta democracia de los desaparecidos, está siempre cercado por vallas metálicas y resguardado por policías. Por supuesto, el gobernador siempre tiene cosas más importantes que atender y nadie de importancia recibió los reclamos. Pero, claro, el desprecio del gobernador es historia sabida. Lo importante, creo, es que ello y sus provocaciones, no han desalentado a los familiares que seguirán gritando: ¿por qué los buscamos? ¡Porque los amamos!

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jl/I