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Elecciones con país en crisis

Llegamos a las elecciones con un país en crisis. Con un malestar social profundo contra la clase política tradicional, encarnada en la partidocracia que nos gobierna; con enorme rechazo a un régimen presidencialista, a las cúpulas de los restantes poderes y a grupos poderosos de todo tipo que ha beneficiado; con gran repulsa a la corrupción institucionalizada que deja impunes escándalos como los casos Odebrecht, Casa Blanca, de ex gobernadores surgidos del PRI y PAN, la Estafa Maestra y los Panamá Papers, entre otros.

Arribamos a los comicios en medio de un sistema político que está tronado. Donde la terrible inseguridad pública en ascenso ha costado en el sexenio más de 100 mil asesinatos, más de 30 mil desaparecidos y cientos de miles de víctimas de los delincuentes. Con casos como de vergüenza internacional, que exhibe no sólo la impunidad, sino la deshumanización del régimen, como sucede con la suerte de los 43 normalistas de Ayotzinapa.

Tocaremos la puerta al 1 de julio mientras padecen pobreza 50 millones de mexicanos; cuando va a la alza el asesinato de periodistas y defensores de derechos humanos; con un país víctima de reformas estructurales fallidas, como la energética y la educativa; con una nación donde hay ausencia de autoridad en parte del territorio.

En ese contexto se diputa la Presidencia de la República que, con base en las encuestas, el pronóstico es que se dirá adiós al PRI. Si el PAN fue echado luego de dos sexenios de gobernar el país, al priísmo le bastó sólo uno para demostrar que es el mismo partido de siempre, al servicio de las políticas neoliberales, corrupto y falso.

El pronóstico es que ganará Morena, que capitalizó el descontento social con un alud de promesas que se ve difícil cumpla su candidato Andrés Manuel López Obrador, un político tenaz, en el que confían millones de mexicanos, que ha soportado descalificaciones y guerra sucia, pero que ofrece respuestas generales, sin muchos cómos, rodeado de personajes de mala fama pública.

En seis días votaremos luego de que el país atravesó un periodo de enfrentamientos, disputas y agresiones entre los mexicanos, alentados por los candidatos y sus partidos que llaman a destrozar o denigrar al adversario. Con más de 100 actores políticos asesinados, con campañas en que los partidos políticos alentaron el fanatismo político, presente en los pleitos, descalificaciones y ataques entre sus simpatizantes. Faltaron argumentos, sobraron calificativos.

El domingo se abrirán las casillas luego de que un Instituto Nacional Electoral y una fiscalía que supuestamente persigue delitos electorales se han visto tibios, ineficientes ante los casos públicos de transas, de recursos de sospechosa procedencia, de compra de votos y uso de recursos públicos para promover prácticas clientelares.

En Jalisco las encuestas colocan ganador a Enrique Alfaro Ramírez gracias al crecimiento que ha registrado Movimiento Ciudadano, al aglutinar el descontento político en diversas capas sociales de la entidad con un discurso también cargado de promesas, con un esperable aumento de arrogancia como sucedió en 1995 con el PAN, con nula autocrítica y escasa capacidad de escucha de voces que se aparten de su percepción política, pues confunden la crítica con el ataque.

A la par se advierte un crecimiento vertiginoso de Morena en la preferencia electoral, en buena parte gracias al efecto López Obrador, con lo cual es posible que tenga presencia política en la entidad, pero con diversas tensiones internas tras el cobijo de numerosos grupos políticamente disímbolos e ideológicamente antagónicos.

El vaticinio es que el PRI irá a la baja, pues se prevé caiga hasta el segundo o, peor, tercer lugar, tras la crisis que el partido enfrenta a nivel nacional y local. El sexenio de Aristóteles Sandoval será recordado como aquél en que se le evaluó su desempeño con un seis de panzazo, pero se reprobó de manera tal vez humillante al partido del que proviene.

Son pronósticos susceptibles de cambiar. El domingo por la noche sabremos los resultados. Que la jornada transcurra en paz, con respeto a la legalidad y a la voluntad de los votantes, es lo más deseable.

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JJ/I