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Prensa bajo asedio en Jalisco

La desaparición a que fue sometido nuestro compañero periodista Jaime Barrera y su posterior liberación dejan diversas reflexiones y posibles interpretaciones:

1. Fue una advertencia hacia su persona, como señaló Jaime, y también, agrego, al gremio de periodistas profesionales y medios de comunicación críticos de Jalisco. Informar de manera acuciosa, investigar lo que ocultan o desdeñan autoridades; revelar posibles nexos y redes de los mundos alternos de poder; visibilizar actos y efectos de la actuación de los criminales; opinar sin cortapisas en torno a la inseguridad pública y en general de temas relacionados con grupos delincuenciales es de alto riesgo. Siempre lo ha sido. Solo que ahora un grupo reaccionó con violencia. La privación ilegal de la libertad de Jaime marca un antes y un después al periodismo jalisciense. Debe garantizarse su protección y la de su familia.

2. Los periodistas, como el resto de la población, somos vulnerables. Ninguna autoridad, de ningún nivel de gobierno, ha actuado como es su obligación para proteger a quienes habitamos Jalisco. Las células delictivas operan a diario con impunidad. Tienen complicidades inimaginables. Al igual que el resto de la población, los periodistas exigimos detener la avalancha criminal y que haya justicia para las víctimas. Demandamos que ejercer el derecho a la información no sea peligroso. Dañar a un periodista por su actividad profesional, daña a todos los comunicadores y a la propia sociedad.

3. Ante la agresión a Jaime Barrera fue encomiable la reacción solidaria de parte del gremio periodístico, de instituciones educativas, organismos defensores de derechos humanos y ciudadanos sensibles, informados y conscientes. Durante por lo menos un par de días fue tendencia nacional en redes sociales lo sucedido. Los miles de mensajes demandando su localización y liberación llegaron a páginas de organismos y medios informativos internacionales. Su familia actuó rápido y un grupo de periodistas se organizó para protestar en Guadalajara. Ahora, toca a las autoridades aclarar lo ocurrido y aplicar la ley.

4. Son lamentables las declaraciones del gobernador Enrique Alfaro. Sembró dudas sobre el origen de la privación ilegal de la libertad de Jaime, lo que abrió el marco para que en redes sociales se desatara una jauría irresponsable, con discursos violentos, atizados desde las sombras. En lugar de apoyar a la familia, se dedicaron a agredir a su hija Itzel porque pertenece a Morena. Aprovechar el momento doloroso por el que atraviesa una familia, del partido político que sea al que pertenezca cualquiera de sus integrantes, para burlarse, vomitar sus fobias y atacarla, es propio de almas ruines.

5. El ataque a Jaime ocurre en plenas campañas electorales. La violencia las sigue marcando, como ocurrió ahora con el asesinato del alcalde con licencia de Pihuamo. El derecho a exigir, difundir y recibir información de calidad, como un distintivo de cualquier sociedad demócrata o que aspira a serlo, queda ensombrecido con las agresiones a periodistas y medios informativos. Hacerlo es pretender amordazar a la prensa. Es querer generar vacíos informativos. Es atentar contra la democracia. Tener periodistas forzados a enmudecer, como desean actores político-delincuenciales, favorece la ilegalidad, a gobiernos autoritarios y a grupos violentos.

X: @SergioRenedDios

jl/I