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Jueces nuevos renunciando
Porque nos la quitaron
Dentro de 48 horas los panistas del país en general y de Jalisco en lo particular definirán su futuro próximo al elegir a quienes serán sus dirigentes nacional y estatal, en una contienda en la que arrancan como favoritos –por la estructura partidista a su favor– Marko Cortés, para el CEN, y Pilar Pérez Chavira, para el CDE. Anayista el primero, rosalista la segunda, según sus adversarios, aunque ellos lo niegan.
Pero aquí en Jalisco se registrará un fenómeno especial debido a las etiquetas con las que los tres aspirantes llegarán al día de la elección, en el que el triunfo –de quien lo logre– tendrá que compartirlo no tanto con sus respectivos equipos de campaña, sino con las figuras que están detrás de ellos.
Así, si triunfa Pérez Chavira se dirá que el ganador fue Eduardo Rosales Castellanos, ex dirigente estatal que no refrendó ya su militancia panista, y el denominado grupo del comité estatal; si la victoria favorece a Carlos Arias Madrid, se mencionará que los ganadores fueron el ex panista y hoy lopezobradorista José María Martínez y el ex gobernador Emilio González Márquez; y si se impone César Madrigal Díaz, entonces se destacará que los ganones fueron los ex gobernadores Alberto Cárdenas Jiménez y Francisco Ramírez Acuña, quienes se le sumaron ya en la recta final de la contienda.
Aun cuando en otras elecciones panistas el escenario era similar al de hoy, pues detrás de cada candidato había figuras representativas que los impulsaban, se les reconocía a los candidatos su valor y peso propio y era muy remoto escuchar la expresión de que quien iba a mandar y decidir en el comité estatal era quien estaba detrás del ganador. Hoy, esa expresión es común: “Si gana Pilar, quien manejará el comité será Lalo (Rosales)”; “si gana Carlos, quien mandará en el comité será Chema y en menor medida Emilio”, y “si gana César quien tomará las decisiones será Paco y quizás Alberto”.
Así de devaluado está el proceso electoral al interior del PAN, donde las acusaciones entre unos y otros es que quien gane estará sirviendo a los intereses de otros partidos hoy en los gobiernos federal y estatal. “Si gana Pilar, el comité servirá a los intereses de Alfaro”; “si triunfa Carlos, el comité será comparsa de Morena en algunos asuntos y de MC en otros” y “si gana César… buscará entenderse con el mejor postor”.
Qué lejos quedaron los tiempos cuando en las contiendas por el comité estatal del PAN lo último que alguien podría imaginarse –imaginarse, ni siquiera sospechar– era la traición del triunfador para servir a intereses externos. O creer que los deseos de triunfo eran para establecer componendas económicas con los grupos en el poder. Recuerdo bien algunas campañas panistas donde la competencia entre los aspirantes y el interés de la militancia se centraba en quién representaba y defendería mejor los principios y la doctrina de Acción Nacional. Esos tiempos quizás no volverán.
Para llegar a la descomposición que hoy vive el PAN, entre otras razones, se transitó por la creación de la llamada onda grupera y por inflar el padrón de militantes para inclinar la balanza a favor de quien lograra llevar el mayor número de adeptos. Dos vicios que mucho daño hicieron al panismo y a los panistas.
Este es el escenario, el contexto, que enmarca la elección del próximo presidente estatal del PAN y que, sin duda, reitero, marcará el derrotero que deberá seguir el partido como segunda fuerza política en el Congreso del Estado, donde también estará a prueba su capacidad de hacer política sin terminar entregándose a la mayoría en el poder y sí, en cambio, haciendo valer su condición de oposición.
Que el próximo domingo sea lo que la militancia panista quiera. Un día después hablaremos ya del panismo que quedó para el futuro cercano.
ES TODO, nos leeremos ENTRE SEMANA.
JJ/I