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Un año de tibieza y contradicción

Si hay algo que ha caracterizado a Andrés Manuel López Obrador en estos primeros nueve meses de funciones ha sido su discurso tibio y su actuar contradictorio, muestra de ello es el ya famoso “tengo otros datos”, aplicable directamente al tema de seguridad. Mientras a él le pasan un reporte matutino de cómo estuvo el país durante el día y noche anterior, los mexicanos vivimos cada vez más cerca de casas de exterminio, de balaceras, de actos terroristas, feminicidios e infinidad de crímenes más que nos arrebatan a nuestros familiares, vecinos o conocidos.

¿Cómo reaccionó AMLO cuando circuló un video en donde aparecía una banda de narcos vestidos de negro, armadísimos, hablando a nombre del Cártel Jalisco Nueva Generación (un mensaje que no vale la pena replicar, pero sí mencionar porque preocupó a la gente del estado)? Un reportero lo cuestionó al respecto durante su ya famosa y trivial mañanera, lo que contestó fue irrisorio: “Vamos todos a portarnos bien y no se logra nada con estar mandando este tipo de mensajes”.

Qué bueno que AMLO tenga un discurso pacifista, sobre todo cuando estamos inmersos en el año más violento de la década, pero cuando un jefe de Estado apela al buen comportamiento se espera que haga referencia a niños de primaria, no a narcotraficantes armados hasta los dientes causantes de ataques, desaparición, tortura y asesinatos a sangre fría en el país.

Otro de los temas que incumben a Jalisco en el que el presidente ha hecho gala del camaleonismo y la ambigüedad es El Zapotillo. En Guanajuato va y se compromete con llevarles el agua que piden los industriales y en Jalisco dice a la gente de Temacapulín que no los va a inundar. Mientras él hace malabares para sostener ambas posturas sin una determinación concreta sobre el proyecto, los gobernadores Enrique Alfaro y Diego Sinhue se distribuyen el agua del río Verde asumiendo que la presa se concluye e inunda a los tres pueblos.

¿Cómo puede haber este tipo de acuerdos para repartirse las canicas cuando el gobierno federal se hace a un lado sin anunciar definiciones sobre la presa? Lo único que genera ese tipo de anuncios a medias es revictimizar a las comunidades que durante 13 años han vivido con la amenaza de la inundación, pues les remueven una y otra vez esa inquietud, esa incertidumbre, en vano, con más dudas que respuestas definitivas.

Después de visitar Temacapulín, el secretario de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), Manuel Toledo, y dar esperanza a la gente con el desmantelamiento de la presa, un revés al proyecto que jamás el gobierno federal había contemplado y se desata la euforia y el gusto de la comunidad por la sensibilidad no antes vista de un funcionario de su tamaño.

Pero, de nuevo, viene la contradicción. AMLO dice que se va a escuchar al pueblo y a dotar de agua a las ciudades acordadas, es decir, seguir con la obra, pero promover tal cosa es contra natura. No hay forma sustentable ni humanitaria de terminar una presa que implica inundar dos mil hectáreas de territorio donde hay bosques, agricultura y asentamientos humanos. O se es humanista y se conserva al medio ambiente, o se hace la presa, no hay puntos medios.

La apuesta del presidente es seguir apelando al humanismo, a la sensibilidad y a la escucha de la gente, y aunque quizá pueda prometer como máximo construir los ya descartados diques para no inundar Temacapulín, eventualmente deberá dar la cara ante aquellos que le exigen el agua del Zapotillo y estará obligado a hacer algo que poco ha practicado: definirse; peor aún, definirse por el bien mayor (la conservación del territorio y su biota).

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da/i