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Un estilo inusual en el poder de Italia

Mario Draghi intriga a Italia con su estilo silencioso de gobernar, alejado por ejemplo de las redes sociales tan en boga en la política, una estrategia comunicativa muy distinta a la de sus predecesores para un tiempo difícil por la pandemia. 

Este martes firmó su primer decreto con medidas contra el coronavirus y, pese a la importancia e incluso el simbolismo del acto, optó por no comparecer para ilustrarlo, como hacían sus muy locuaces antecesores, Giuseppe Conte (2018-2021) o Matteo Renzi (2014-2016). 

En su lugar hablaron en rueda de prensa el ministro de Sanidad, Roberto Speranza, y la de Relaciones Regionales, Mariastella Gelmini, así como sus asesores científicos. 

Un estilo nuevo y rigoroso 

El que fuera presidente del Banco Central Europeo parece decidido a imponer su estilo adusto para reforzar a su alrededor un muro que le permita trabajar en calma y fuera del foco mediático. 

Su estilo quedó claro desde el momento en el que se puso a crear su equipo en la más estricta confidencialidad. 

Así, cuando en la noche del 12 de febrero el economista se quitó la mascarilla para anunciar su lista de ministros desde el palacio romano del Quirinale, la Jefatura del Estado, muchos de los aludidos ni lo sabían y otros solo habían sido avisados poco antes. 

A Draghi, de formación jesuita, ya le precedía su fama de poco elocuente tecnócrata y parece que no renunciará al estilo nuevo que ha inaugurado: la discreción como forma de comunicación del poder. 

El economista no habla, solo se le escuchó en su investidura en el Parlamento, apenas se le ve y por supuesto carece de redes sociales. Nada de Twitter o Facebook, herramientas más que coloquiales entre sus colegas del continente, excepto la alemana Angela Merkel. 

Este es además un método que pretende extender a sus colaboradores y ya en su primer Consejo de Ministros pidió “máxima sobriedad en la comunicación”. Toda una declaración de principios. 

Objetivo: atajar las especulaciones 

Y es que Draghi, con ese perenne gesto hierático, parece decidido a poner coto a los dimes y diretes políticos que cada mañana nutren las páginas de los periódicos italianos para disfrute del lector. 

Como portavoz ha elegido a Paola Ansuini, su mujer de confianza desde tiempos de su presidencia del Banco de Italia, a la que estima pero, dicen, sigue tratando de “usted”. El primer día de Gobierno, esta retuiteó un análisis en el que se destacaba el deseo del economista de dejar que “hablen los hechos”, los resultados. 

Y también se declaraba el “adiós a los ‘retroscena’ (detrás de escena)”, un término que alude a los artículos periodísticos basados en intrigas de palacio e informaciones extraoficiales más o menos fundadas. 

También ha devuelto sus funciones al Departamento de Prensa del Palacio Chigi, sede del Ejecutivo, y la información sobre su Gobierno llegará a golpe del comunicado de prensa de toda la vida. 

Esto contrasta tajantemente con la era de Conte, en la que sus colaboradores vivían pegados al Whatsapp o Telegram para filtrar información, encabezados por su polémico escudero, Rocco Casalino. 

Como muestra un botón: la semana pasada Draghi participó en su primer Consejo Europeo como primer ministro, una cumbre telemática de dos días, y mientras sus homólogos daban declaraciones desde todas las capitales del continente, Roma no soltaba prenda. 

Por otro lado, Draghi parece ajeno a lo que se cuece en las redes sociales y cinco de sus ministros ni siquiera existen en ellas. 

Son los técnicos Daniele Franco, de Economía; Enrico Giovannini, en Infraestructuras; Marta Cartabia, de Justicia; y Luciana Lamorgese, en Interior, así como Giancarlo Giorgetti, titular de Desarrollo Económico y miembro de la ultraderechista Liga. 

jl/I