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El atentado contra Susana Carreño

Cuando este sábado llegó a la Fiscalía Regional de Puerto Vallarta el contingente que exigió justicia y esclarecimiento de la cobarde agresión contra la periodista Susana Carreño, los manifestantes gritaron con fuerza “¡Enrique Alfaro, eso fue atentado!, ¡Enrique Alfaro, fue atentado!”. No faltan razones para el reclamo, luego de que el gobernador Enrique Alfaro, de manera anticipada y apresurada, sin una investigación a fondo, sostuviera al poco rato del ataque que se trató de “un intento de robo”, cuando existen indicios que apuntan a otra hipótesis. 

Periodistas de Puerto Vallarta han reiterado desde el principio que se trató de un atentado, de una agresión directa, y no de un robo. Conocedores de la situación política y de seguridad de la zona, señalan cómo los atacantes iban tras la periodista. A los agresores no les interesaba el vehículo de Susana, el cual abandonaron y fue localizado más tarde. Lo que buscaban era asesinarla, de ahí que chocaran su camioneta luego que saliera de una entrevista periodística, la bajaron con su acompañante y la apuñaron. De milagro sobrevivió. 

La agresión no se puede sacar del contexto en que ocurrió. Susana Carreño, directora de Radio Universidad de Guadalajara en Puerto Vallarta y reportera del Canal 44 de la misma casa de estudios, es una periodista valiente, tenaz, profesional. Ha hecho diversas denuncias no solo locales sino nacionales, tanto en la conferencia matutina del presidente Andrés Manuel López Obrador como a través de los medios informativos en que labora. Sus entrevistas e investigaciones han abordado desde el delicado tema de las desapariciones en Puerto Vallarta hasta de la voracidad destructora de empresas inmobiliarias de Puerto Vallarta y Bahía de Banderas. Es incómoda a quienes, desde sus lujosas oficinas, su capital y abogados, son depredadores ambientales, despojadores de tierras privadas y sociales con la corrupta complicidad de autoridades. 

Puerto Vallarta, además, padece inseguridad desde hace años. El asesinato de empresarios, un ex gobernador y un secretario de Turismo son parte de la historia del municipio. Periodistas locales denuncian que reciben amenazas. La población ha atestiguado cómo grupos delictivos operan a sus anchas, se disputan a tiros el mercado, operan con impunidad. Son otro poder que se mueve en las sombras, que lava cuantiosos recursos económicos en el negocio del turismo y la adquisición de propiedades. Es la cara de cuello blanco de la región, donde la clase política deja hacer y solo se va relevando en los cargos públicos. 

La agresión a Susana Carreño ocurre en un estado y un país hundidos en la violencia, donde ejercer la profesión es de alto riesgo, al sumarse en lo que va del año 12 asesinatos de periodistas. El gremio enfrenta el permanente hostigamiento y descalificaciones del trabajo de los periodistas desde la Presidencia de la República y el gobierno estatal. En ambos espacios de poder confunden el derecho de réplica, de aclaración o precisión, si fuera el caso, con el descrédito de antemano, el encasillamiento de quienes realizan trabajo profesional, el estereotipo de los que opinan diferente, la generalización absurda al incluir a todo el gremio y medios, sin distinción ni precisión informativa. 

Cuando es un derecho, informar se ha convertido en un oficio de peligro de muerte. No lo permitamos. El ataque contra Susana Carreño también es contra la libertad de expresión y el derecho a la información, por su profesión y trabajo de años. Sigamos defendiendo el derecho a la vida, a vivir sin miedo a ser agredidos en cualquier lugar o momento. Exijamos que las autoridades detengan la violencia. Continuemos demandando respuestas claras a las dudas que surgen del ataque a Susana Carreño, y la detención de los autores materiales e intelectuales del atentado a ella y al resto de periodistas agredidos. 

Twitter: @SergioRenedDios

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